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Columna
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Riesgos renovables

Los inversores de Eon parecen muy excitados. Desde principios de septiembre, las acciones de la mayor empresa de servicio público de Alemania han ganado un 13%. El rally continuó incluso después de que Eon dijera el 13 de noviembre que es probable que los beneficios de este año se queden en el límite inferior de sus previsiones. En los primeros nueve meses, su Ebitda se redujo en un 19%, mientras que los ingresos netos subyacentes cayeron un 53%.

La razón principal de este mal comportamiento es la carrera en Alemania por la energía verde. El gobierno ha dejado ya de dar grandes subsidios a la energía solar y eólica. Dado que el gasto previo costea la mayor parte de la energía renovable, su producción está reduciendo los precios mayoristas de la electricidad.

Eon está intentando adaptarse a los retos. Su programa de venta de activos va por delante de lo previsto, y sus esfuerzos de reducción de costes parecen ir por buen camino. Ha disminuido su deuda neta en un 8% hasta los 33.100 millones de euros. Sin embargo, los beneficios están cayendo incluso más rápido y la relación entre deuda neta se multiplique por 3,6 de aquí a finales de año. Si esta tendencia prevalece, Eon podrá estar obligado a obtener capital fresco.

Existe la posibilidad de que Alemania reconsidere su política energética de forma que ayude a Eon, y a otras empresas, que todavía producen cuatro quintas partes de la energía del país. Eon, por su parte, también se está subiendo al carro de las energías renovables.

Pero las dudas sobre su rentabilidad en el futuro sugieren que las acciones de la compañía podrían cotizar con facilidad en cifras significativamente menores. Si la fortuna sigue disminuyendo, no es descartable que se enfrente a una ratio entre precio-beneficios de un solo dígito.

Si los ingresos también bajan, los inversores demasiado optimistas podrían estar ahí en un brusco despertar.

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