El gestor discreto
Las inversiones de Bill Gates se reparten por todo el mundo. El encargado de decidir adónde va el dinero del magnate es Michael Larson, un hombre de su total confianza
Se disputa con Carlos Slim el puesto de hombre más rico del mundo (lo es, depende de la clasificación), nos dio a conocer el mundo de las ventanas virtuales y hoy en día está centrado en llevar a cabo campañas solidarias en los países más desfavorecidos del mundo. Bill Gates necesita pocas presentaciones. Recientemente, nuestro país centraba su atención en él por su inversión en la empresa FCC, aunque puede que Gates ni si quiera sepa a dónde ha ido a parar esta partida de su fortuna. De eso se encarga alguien mucho menos conocido que él, pero en quien confía plenamente desde hace 20 años. Michael Larson (Dakota del Norte, Estados Unidos, 1959) maneja los alrededor de 55.000 millones de dólares que el presidente de Microsoft tiene repartidos por gigantes de la talla de Coca-Cola o McDonald’s, así como en otras empresas de menor tamaño o en renta fija. Larson también se encarga de manejar el patrimonio de la esposa de Gates y la Fundación que lleva el nombre del matrimonio.
Este gestor se trasladó a Seattle –ciudad estadounidense en la que Microsoft tiene su sede– en 1994, tras recibir una llamada de un cazatalentos y superar un complicado proceso de selección que culminó con una entrevista en persona con Bill Gates. La discreción era uno de los requisitos fundamentales para hacerse con el puesto y, dos décadas después, Larson se sigue caracterizando por ello: sus tarjetas no revelan para quien trabaja y la prensa estadounidense se ve obligada a explicar día tras día que el ejecutivo “no hace comentarios”. La última entrevista que concedió fue a la revista Fortune en 1999, en la que también se explicaban otras características –en total eran 13– que el magnate estadounidense solicitaba que reuniera quien iba a encargarse de su dinero: un expediente impecable y una filosofía conservadora sobre la inversión (algo por lo que, sin embargo, lo han criticado en algunas ocasiones los medios estadounidenses).
Justo antes de recibir la llamada de la compañía tecnológica, este ejecutivo acababa de establecer su propia firma de inversiones en Chicago tras un periodo trabajando en la agencia Putman Investments y un empleo previo en una compañía encargada de realizar fusiones y adquisiciones empresariales. Hijo de un ingeniero industrial, pasó su infancia en Dakota del Norte y Nuevo México y terminó los estudios de secundaria dos años antes de lo habitual (con 16). Su sueño era formar parte de la Guardia Costera de Estados Unidos, pero al no cumplir con la edad reglamentaria para entrar a la academia decidió comenzar a estudiar Economía en la universidad para hacer tiempo. Finalmente, su perspectiva profesional cambió y se decantó por este último camino. Con 21 años ya había conseguido el título y cursado además un MBA.
Antes de recibir la llamada de Microsoft, Larson acababa de establecer su propia firma de inversiones en Chicago
Hoy en día, Larson se ha ganado el derecho de tomar decisiones sobre una de las fortunas más grandes del mundo con total libertad, aunque la comunicación entre el gerente y Bill Gates es casi diaria y muy fluida. Las gestiones se realizan a través de la compañía Cascade Investment, cuyo nombre fue elegido a conciencia para resultar de lo más común y no levantar ninguna sospecha sobre las astronómicas cifras que maneja. Además, el directivo forma parte de varios consejos de administración, entre ellos los de Grupo Televisa, Ecolab, y Pan American Silver. El presidente de esta corporación contaba en 2006 al diario estadounidense GlobeAdvisor que Larson era un hombre agradable e inteligente, que siempre expresaba su opinión, aunque supiera que esta no iba a ser bien recibida. Esta misma fuente recalcaba que el gestor jamás mencionaba el nombre de Bill Gates.
En la única entrevista con el alto cargo de Cascade, se describía a Larson como alguien relajado y sonriente, sin rastro aprende de la presión que entraña su trabajo. En ella, se confesaba, como solicitaba su jefe en su día, poco amigo de arriesgar en las inversiones y afirmaba que la parte más importante de su trabajo es la correcta colocación de los activos. “Mucha gente dice que tiene el mejor trabajo del mundo, pero en mi caso es cierto”, explicaba el ejecutivo a Fortune, “es inversión pura, no se trata de marketing, ni de dirección y las relaciones con clientes se limitan a uno solo”. De su vida personal apenas se conocen detalles, salvo su afición por jugar al golf.
La compra de un hotel en el centro de Houston, la entrada en una empresa de fertilizantes egipcia o en la española FCC son tan solo algunos de los últimos movimientos realizados por Cascade. Aunque todo el mundo las ha descrito como inversiones del multimillonario presidente de Microsoft, puede que hubiera sido más correcto calificarlas como inversiones de su hombre de confianza.