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Columna
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Twitter y su dieta baja en patentes

Twitter tiene una cartera increíblemente delgada de propiedad intelectual. Sus nueve patentes pueden dejarle vulnerable a las demandas y con pocos activos de probada eficacia. Pero permitir a los ingenieros cierto control sobre sus inventos acelera la innovación, atrae a los mejores talentos y reduce los costes legales.

Las patentes son casi un talismán en un mundo de guerras de teléfonos inteligentes y lleno de litigios interpuesto por los llamados trolls –los titulares de derechos que no producen nada–. Las empresas de tecnología intentan contrarrestar las amenazas de infracción comprando cachés de IP de millones de dólares o, por el contrario, abasteciéndose de ellas. Facebook, por ejemplo, tenía 774 patentes estadounidenses antes de su salida a bolsa.

Sin embargo, las patentes pueden estar sobrevaloradas. Aunque son útiles para cuantificar el valor de la tecnología, son caras, y los programas que cubren a menudo son demasiado difusos como para sostener una demanda por infracción.

Además, las patentes no sirven de nada contra los trolls, que no pueden ser demandados por infracción. Y los actuales competidores tecnológicos, rara vez se demandan entre ellos, pese a las peleas entre Apple y Samsung.

Twitter ha ido un paso más allá. Permite a los ingenieros vetar pleitos contra los infractores de las patentes que desarrollan. El veto sobrevive a la transferencia de la patente y a la salida de los ingenieros de la compañía.

La política es muy estimulante para los programadores y desarrolladores de Silicon Valley, que en general prefieren dejar florecer la creatividad sin patentes. La empresa ahorra en peleas judiciales y refuerza su credibilidad cuando pide restricciones a los trolls y a otros que socavan la innovación.

El enfoque conlleva riesgos, por supuesto, sobre todo para los inversores que están intentando valorar sus acciones. Twitter tiene alrededor de 95 solicitudes de patentes en trámite y en caso de apuro probablemente podría adquirir más. Por ahora, sin embargo, se puede relajar ante su propia versión de no ser malvado.

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