Los alimentos, el ‘efecto IVA’ y un euro fuerte llevan al IPC a tasas negativas
En octubre de 2012 la inflación llegó en España a los niveles más altos desde 2008: cerró en el 3,5% por el efecto acumulado de la subida del IVA, el copago farmacéutico y el alza de las tasas universitarias. Doce meses después, amortizadas esas subidas puntuales de los precios de los fármacos y las tasas en la enseñanza, el denominado por los expertos efecto escalón ha provocado una abrupta bajada del IPC, que arroja unas cifras más acordes con la crisis económica.
De este modo, el IPC cerró el mes en el -0,1%, según el indicador adelantado ayer por el INE, frente al 0,3% del mes anterior. Se trata del nivel más bajo en cuatro años. ¿Cómo calificar esta situación? Técnicamente, para que una economía entre en deflación, los analistas precisan que es necesario que se esté produciendo una caída generalizada de los precios de un gran número de productos durante un periodo prolongado de tiempo.
Según explicó el INE, este comportamiento de la tasa anual se debe, principalmente, a la bajada de los precios de los alimentos y a que la enseñanza universitaria registró un encarecimiento de sus tasas inferior al del año pasado.
En realidad, el IPC en España lleva varios meses en tasas cercanas al cero o negativas, si se elimina el efecto de los impuestos. Una vez que el calendario ha borrado este efecto, eso es lo que explica que la tasa general del IPC haya entrado en números rojos, reflejando mucho más fielmente la situación característica de una economía con una grave crisis económica, donde el consumo sigue atenazado por la mala coyuntura laboral.
Para entender mejor este fenómeno, CincoDías ha querido comparar lo que ha hecho la tasa general del IPC y la inflación descontada la fiscalidad (a impuestos constantes) desde antes de la crisis hasta la actualidad. Con el objetivo de poder tomar ambas referencias desde 2007 se han utilizado los IPC armonizados, que son los empleados para las comparativas a nivel europeo, ya que la inflación a impuestos constantes con la metodología propiamente española y no europea se lleva publicando solo desde enero de 2012, según explican fuentes del INE. En cualquier caso, tal y como se aprecia en el gráfico, durante los últimos meses de la etapa de bonanza económica, ambas gráficas se solapan porque entonces el efecto de los impuestos sobre los precios era neutro y los Gobiernos aún no habían recurrido al incremento de los grandes impuestos como política para contrarrestar la merma de ingresos. Sin embargo, a mediados de 2009, cuando España entra por primera en recesión después de 15 años de crecimiento económico las curvas de uno y otro indicador comienzan a abrirse.
En aquel momento, los precios llegaron a disminuir a tasas de entre el 0,1% y el 1,4%. Pero es sobre todo a partir de 2010, con la primera embestida de la crisis de la deuda soberana y la urgencia del Ejecutivo de aquel momento, liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, que decretó el primer incremento del IVA, cuando se ve más claro el efecto de los tributos. A partir de septiembre de 2012, la diferencia entre ambas curvas vuelve a aumentar por la segunda subida del IVA decretada ya por el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Así, aunque la tendencia es la misma, si se usa el dato de inflación armonizada, las cifras son algo diferentes. El IPC armonizado anual cerró octubre todavía en positivo, en el 0,1%.
Recuperar signo positivo
Pero, en opinión de José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, hay un causante adicional de la entrada de España en tasas de precios negativas: la fuerte apreciación del euro. Dado que la inmensa mayoría de las importaciones energéticas se realizan en dólares, y dada su estabilidad de cotizaciones internacionales, España, importador neto de crudo, también importa, al menos, desinflación. Los precios finales de los carburantes flexionan automáticamente a la baja por el simple hecho de que el euro está sobreapreciado. El efecto perverso es que las empresas españolas exportan menos por el encarecimiento de sus productos en los mercados externos a la moneda única.
“Nosotros esperamos que en los últimos dos meses podamos recuperar un signo positivo en la evolución de los precios. Pero no esperamos que vaya más allá de 0,3% o 0,4%”, añade Martínez. De hecho, en términos mensuales, los precios de consumo registraron un aumento del 0,4% respecto al mes de septiembre, según el indicador adelantado. De la misma opinión que el estratega de Citi se mostró la mayoría de analistas consultados por Efe. Estefanía Ponte, de Cortal Consors, descartó un escenario deflacionista y achacó la tasa negativa al efecto fiscal, el abaratamiento del petróleo por la apreciación del euro y al abaratamiento de los alimentos y las bebidas no alcohólicas. Por ello, confía en que los precios retornen a tasas positivas, aunque no más allá del 0,5%. Desde Funcas, María Jesús Fernández responsabilizó de este dato a la debilidad de la demanda interna. Descartó una próxima deflación porque la tasa subyacente “seguirá en positivo” y “más ahora que la economía comienza a salir de la recesión”.
Como lectura positiva, el director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Joaquín Trigo, recordó que la caída del IPC permitirá ganar competitividad a las empresas que venden productos en el exterior, lo que podría derivar en más contratación y más consumo. Pensionistas y trabajadores también ganarán poder adquisitivo.