Las alegrías fiscales acaban pasando factura
Desde el inicio de la crisis económica en 2008, se ha criticado a menudo a la UE por no adoptar medidas de estímulo y fomentar la demanda siguiendo los cánones keynesianos. Los que critican la excesiva austeridad se fijan en la gestión de la crisis en los EE.UU. La Reserva Federal (Fed) no solamente disminuyó y ha mantenido los tipos de interés a niveles históricamente bajos, sino que ha inyectado cantidades astronómicas de capital. En noviembre de 2010, la Fed empezó a comprar bonos de titularización hipotecaria por valor de 600.000 millones de dólares. En junio de 2010 el balance de la Fed contaba con 2,1 billones de dólares de deuda bancaria, deuda pública americana y bonos de titularización hipotecaria. En la segunda ronda de "quantitative easing" (QE), el banco central de los EE.UU. adquirió 600.000 milliones de deuda pública entre noviembre de 2010 y mediados de 2011. En septiembre de 2012, la Fed inició su tercera ronda de QE mediante compras mensuales de entre 40.000 y 85.000 millones de dólares en bonos. Las sucesivas rondas de QE han permitido absorber activos y deuda de baja calidad y facilitar el crédito a empresas y particualres mediante el aumento de la masa monetaria. Pero una parte sustancial del capital inyectado por el QE ha generado subidas artificiales en las bolsas y una apreciación excesiva de las monedas de las economías emergentes. EE.UU ya no puede relajar más su poítica monetaria y la Fed deberá empezar a reducir pronto sus compras de bonos. Por si fuera poco, el fanatismo del Tea Party ha conseguido forzar un cierre de la actividad del gobierno federal. Goldman Sachs calcula que cada semana de cierre le cuesta a EE.UU. un 0,2% de su PIB. Agotada la política monetaria y la capacidad de la Fed para inyectar liquidez, la política presupuestaria se halla ahora secuestrada por un sector del partido Republicano con un odio visceral hacia el gobierno federal.
En contraposición a lo sucedido en EE.UU., en Europa la austeridad aplicada por muchos gobiernos y la prudencia del Banco Central Europeo nos deja mayor margen de maniobra. Desde enero, el Mecanismo Europeo de Estabilidad ha captado 42.000 millones de euros en los mercados y cuenta con 391.000 millones de euros para prestar a los países con dficultades de financiación. Grecia y Portugal necesitarán más fondos, y un rescate de Eslovenia es probable. A diferencia de la Fed, el BCE consiguió calmar a los inversores con el simple planteamiento de un programa de compra de bonos en el mercado secundario que no se ha tenido que activar.
Demócratas y Republicanos alcanzarán seguramente un acuerdo de última hora para evitar una suspensión parcial de pagos y la economía continuará su lenta recuperación. En los últimos años Europa ha optado por una austeridad y disciplina presupuestaria impopular, mientras que los EE.UU. han preferido una política de estímulos. Quizás el tiempo demostrará que Europa eligió el mejor camino para alcanzar un crecimiento sostenible.