Pensar más allá de las cuentas de 2014
El ministro de Hacienda, CristóbalMontoro, cumplió ayer con el secular rito de entregar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado al presidente del Congreso de los Diputados, en esta ocasión Jesús Posada. Y con la no menos tradicional rueda de prensa en la que desgrana las partidas y la filosofía de las cuentas del reino para el año siguiente. Esa sensación de continuidad, de falta de sorpresas, es precisamente la que impregna el Presupuesto de 2014. En realidad, el margen de maniobra de los responsables de Hacienda no da para mucho más, exigidos como están por los efectos de la crisis y las exigencias de rigor que provienen de Bruselas y de los mercados. Con este panorama sobre la mesa, el proyecto enviado al Congreso recoge un modesto crecimiento económico (el 0,7% del PIB), prevé una ligera creación de empleo, se acomoda al objetivo de déficit, sube las pensiones un 0,25% y, por primera vez en la presente legislatura, no contempla subidas de impuestos.
Un Presupuesto, pues, correcto, sobrio, aseado y, posiblemente, algo conservador. Pero, sobre todo, con un gran objetivo central: ser, en palabras de Montoro, el Presupuesto de la salida de la crisis, de la recuperación. Una apuesta que, según el ministro, se apoya en tres pilares: el saldo positivo de la balanza por cuenta corriente, la baja inflación y la apertura de los mercados, que ha provocado que la economía española se financie con más facilidad. El titular de Hacienda ha demostrado su capacidad de domeñar situaciones como la actual. Pero al margen de esos grandes números y las intenciones que arrastran, el gran reto del Ejecutivo que preside Mariano Rajoy es cerrar cuanto antes las cuatro grandes reformas pendientes (financiera, pensiones, energética y fiscal) y definir con claridad el modelo de crecimiento que convierta el futuro en presente.
La reforma financiera es, sin lugar a dudas, la clave de bóveda de la recuperación. Un sistema financiero total y absolutamente saneado es condición necesaria para recuperar la confianza y, por ende, para que se produzca la ansiada apertura del crédito a empresas y familias. De ahí la trascendencia de la buena nota que ayer mismo adjudicó la troika al sistema financiero español tras su última inspección. Una rápida y correcta venta de Catalunya Banc y de Novagalicia debe ser la guinda del cierre de la profundísima reestructuración que ha sufrido la banca en España durante los últimos años.
Tan trascendente o más que la reforma financiera es la de las pensiones. El Gobierno envió el pasado viernes la propuesta elaborada por la ministra de Empleo, Fátima Báñez. En ese plan destaca la desvinculación de la revalorización de las pensiones del IPC, lo cual ha provocado una auténtica polvareda política. Es de esperar que en el trámite parlamentario se imponga el diálogo y las fuerzas políticas y sociales sean capaces de alcanzar un consenso que configure un modelo de pensiones creíble y sostenible en el tiempo.
El nuevo marco energético es otra de las grandes asignaturas pendientes del Ejecutivo, una vez que su primera parte, dirigida básicamente a tratar de acabar con el déficit de tarifa, va camino de toparse con el fiasco. Aclarar de una vez por todas qué mix de energía es la apuesta debe ser una tarea irrenunciable. La famosa competitividad de la economía española depende en gran parte de ello. Por último, aunque no por ello menos importante, es vital la reforma tributaria que está preparando el equipo de Cristóbal Montoro. Un sistema impositivo más ágil, más justo, más moderno y que tapone las vías de fuga del fraude fiscal es imprescindible. En suma, es muy probable que los Presupuestos de 2014 sean los del inicio de la recuperación. La auténtica prueba de fuego son los de 2015 y los de 2016, si el calendario electoral lo permite.