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Tribuna
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Un difícil equilibrio

Joaquin Maudos

Los Presupuestos Generales del Estado 2014 tienen como objetivo conseguir un difícil equilibro entre la austeridad y el crecimiento: cumplir con el nivel de déficit público fijado por Bruselas en el 5,8% del PIB a finales de 2014; y contribuir a sacar a España de la recesión. Todavía no sabemos cómo va a terminar el déficit público en 2013, pero viendo el grado de ejecución de ingresos y gastos hasta la fecha, no va a ser fácil cumplir con el objetivo del 6,5% (sin incluir posibles pérdidas del rescate bancario), por lo que una vez más no se va a cumplir con el objetivo fijado. De hecho, el último panel de previsiones de Funcas de septiembre lo sitúa en el 6,7%, que coincidiría con el de 2012 anunciado por Rajoy, claro está, sin contar nuevamente el 3,6% del rescate bancario. En consecuencia, pasar del 6,7% al 5,8% del PIB exige nuevos recortes, además de prorrogar las medidas fiscales de 2012 que en principio iban a ser temporales. El recorte es asimétrico entre las Administraciones Públicas, ya que del ajuste previsto, lo que desvelan los Presupuestos Generales es que al Estado (sin Seguridad Social) le corresponde 0,1 puntos porcentuales (1.000 millones de euros), mientras que a las Comunidades Autónomas les corresponde 0,3 puntos. No obstante, en la Seguridad Social el recorte del déficit es similar al de las CCAA (3.000 millones de euros).

Es una magnífica noticia que aumente el gasto en I+D, aunque solo sea un raquítico 1,3%

Recortar en 1.000 millones de euros el gasto del Estado es una cifra asumible, si bien con los 3.000 millones adicionales de la Seguridad Social es más difícil, máxime teniendo en cuenta que los Presupuestos prevén un aumento del 4,9% del gasto en pensiones y del 10,1% en desempleo. En cualquier caso, el viento sopla a favor del Estado, que prevé que la economía crezca un 0,7%, en línea con el consenso de otros analistas. Y eso explica que finalmente no se vuelva a suprimir una paga extra de los funcionarios, aunque sí una nueva congelación de sueldos. Es en los detalles por partidas de gasto donde se debe valorar la contribución de los presupuestos para afianzar la recuperación que se atisba. Aquí conviene no olvidar cuáles son los determinantes de la productividad que es la variable clave de cara al crecimiento futuro del país. Y uno de los determinantes principales es el gasto en I+D. Pues bien, tras el brutal recorte de los últimos años, es una magnífica noticia que aumente el presupuesto, aunque solo un raquítico 1,3% que apenas cierra la brecha abierta desde 2009 y que impide reparar el daño que ya se ha hecho. Un aumento de solo 70 millones de euros al I+D civil (que contrasta con un aumento del 39,5% en el militar), es insuficiente para recuperar los frutos de la inversión hecha en proyectos de años anteriores. Idéntico comentario se puede aplicar al aumento del 10,6% en el presupuesto asignado a educación (otro determinante de la productividad), dado que en 2012 cayó más de un 20%.

Al igual que en los últimos años, es en la vertiente del gasto donde descansa la mayor parte del ajuste para reducir el déficit. Esa es la vía que señala el Programa de Estabilidad 2013-2016, donde más de las tres cuartas partes del ajuste descansa en el gasto, sobre todo en la remuneración de asalariados y consumos intermedios. En los Presupuestos de 2014 el techo de gasto aumenta un 2,7%, aunque el no financiero cae un 1,7%. Sin una verdadera reforma fiscal (hasta ahora ha habido parches), se desaprovecha la oportunidad de acercar a España hacia otras economías en las que el peso de los ingresos públicos es mayor. Eso no implica ni mucho menos que deban de aumentar los tipos impositivos (ya por las nubes en algunos casos), sino poner en práctica una reforma fiscal en la que se revisen las deducciones y desgravaciones existentes para recaudar más y que equivaldrán en 2014 a 38.360 millones de euros (el 3,7% del PIB). Algo se ha hecho ya en el impuesto de sociedades, eliminando deducciones, y cuya recaudación se espera aumente un 5,4% en 2014. Ojalá las propuestas del Comité de expertos creado para la reforma fiscal vayan en esa dirección, incrementando por otra parte el peso de la imposición indirecta a costa de la directa. De momento, en 2014 no se anuncian nuevos impuestos (ya que se confía en que el crecimiento del PIB y las medidas fiscales ya aprobadas aumenten la recaudación), pero eso debe ser compatible con la reforma fiscal integral que reclama tanto la CE como el FMI.

Una parte muy importante del gasto se destina al coste financiero de la deuda (un 28%), equivalente al gasto de los Ministerios (que cae un 0,7%). La caída de los intereses de la deuda en un 5,2% se debe a la reducción del coste medio de la financiación (en lo que va de año ha caído del 3,9% al 3,77%), ya que el volumen de deuda se sitúa en el 92,2% y se prevé alcancé prácticamente el 100% en 2014, superando la media europea. Pagar en intereses una cuantía equivalente al gasto de todos los Ministerios es una clara señal del problema al que se tiene que enfrentar España en los próximos años para reducir ese nivel de deuda que se “come” el sacrificio que asume la población en forma de recortes de pensiones, salarios, educación, sanidad, etc. Por eso es necesario cumplir de una vez por todas con el objetivo anunciado de déficit público, no solo para ganar la confianza de los inversores, sino también para evitar que la deuda pública aumente.

Si la economía consigue una velocidad de crucero, será más fácil sin exigir más sacrificios

La relajación de la austeridad que permite Bruselas y el crecimiento esperado del PIB en 2014 suponen un balón de oxígeno vital para evitar más sacrificios a la ciudadanía en forma de recorte del gasto o subidas de impuestos. Los Presupuestos de 2014 constituyen un punto de inflexión en la austeridad a ultranza. La meta final es situar el déficit público en el 2,8% en 2016, por lo que aun cuando consigamos el objetivo de 2014, todavía nos quedará un ajuste del 3% del PIB. Si la economía consigue una velocidad de crucero, será más fácil sin exigir más sacrificios. Confiemos que el punto de inflexión que incorpora el cuadro macroeconómico se mantenga en los próximos años, sobre todo pensando en el drama del desempleo por el que, con acierto, los Presupuestos han incrementado un 7,9% el gasto en políticas activas de empleo. Para ello hay que poner en práctica más reformas estructurales (como la fiscal y de las Administraciones Públicas, a la vez que generando más competencia en la economía) y presionar para que la unión bancaria avance más rápidamente, mejorando así el acceso a la financiación. Sin financiación, el desapalacamiento impondrá aún más sacrificios.

Joaquín Maudos es catedrático de Análisis económico de la Universidad de Valencia, investigador del Ivie y colaborador del CUNEF

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