Los límites de la ciudad
Algún día, Londres será como era hace algunos años, cuando sus viviendas no estaban lejos del alcance de todos, salvo de los más ricos. Mientras tanto, las autoridades deben intentar mitigar el daño que el dinero fácil a nivel mundial ha hecho a este rincón privilegiado del mundo.
Las inusuales condiciones financieras globales son la maldición de la propiedad en Londres, o la bendición, para los que están dentro de ella. El centro de Londres no era tan atractivo cuando la política monetaria era normal. Aunque las finanzas florecieron entre los años 2000 y 2005, y los tipos de interés eran bajos, los precios inmobiliarios en sus zonas más exclusivas tuvieron un rendimiento inferior a la media del Reino Unido. El boom del crédito, que sirvió tanto para relajar la disponibilidad de hipotecas como para aumentar las primas en el sector financiero, hizo funcionar al mercado a toda máquina en 2006 y 2007. Hubo una pequeña corrección tras el caso de Lehman. El fuerte repunte desde 2009 ha coincidido con la impresión de dinero global.
La cantidad de dinero caída del cielo durante varios años ha hecho maravillas para los propietarios. En el extremo se sitúan los precios de las casas de las zonas más elegantes del centro de Londres, que han subido más de un 83% en los últimos cuatro años y medio, según datos de la London School of Economics y el agente inmobiliario John D Wood.
Estos beneficios representan una sorprendente ganancia en la sociedad del Reino Unido, en un tiempo en que los ingresos reales del país han caído en términos generales y en que el empleo e ha estancado en las regiones.
Muchas de las propiedades más atractivas de Londres van a parar a manos de propietarios ausentes
Además, los beneficios podrían pronto convertirse en un lastre económico. Hasta ahora, los talentos recién llegados a Londres se han contentado con el alquiler y, ya que los propietarios están dispuestos a aceptar unos rendimientos brutos del 2,5%, estos son exorbitados, pero no prohibitivos. De hecho los alquileres en los mejores códigos postales de Londres cayeron un 2,5% anual en agosto, de acuerdo con la agencia inmobiliaria Knight Frank. Sin embargo, al comenzar a anhelar los jóvenes profesionales la seguridad y libertad de la propiedad, se encuentran con que no todas las opciones económicas son atractivas: lugares pequeños, lúgubres, lejos del trabajo o sin reparar.
Si los precios siguen subiendo, otras ciudades podrían atraer a las mejores mentes. Muchas de las propiedades más atractivas van a parar a manos de propietarios ausentes, tanto del Reino Unido, como de la elite dorada global. Los supericos empujan a los muy ricos, en su mayoría abogados y banqueros, a propiedades menos atractivas, y las ondas del elevado precio y las plusvalías empujan artistas, académicos, profesionales de la salud, desarrolladores de software y otras personas interesantes fuera de la región. Esto atenuará poco a poco el bullicio de Londres.
¿Qué se puede hacer? Una sugerencia común es hacer que la no residencia sea mucho menos atractiva. Pero incluso los altos impuestos anuales de no ocupación podrían no inquietar a los propietarios ultra ricos que pueden asumir los costes. Los impuestos sobre las plusvalías pueden ser más eficaces. Tales impuestos se podrían adaptar para que sean justos y políticamente aceptables. Si la propiedad se ha convertido en un activo financiero, debe ser tratado como tal.
Otro remedio es invertir en hacer que las zonas del área metropolitana de Londres que no están en el centro sean lugares más atractivos para vivir. Varias secciones de los gobiernos locales y nacionales están trabajando en el problema, pero se podría hacer mucho más para fomentar las actividades comerciales, culturales y de ocio.
Finalmente, mientras el problema de Londres es más un exceso de poder de compra que una escasez de edificios, la vivienda nueva y atractiva, con excelentes conexiones de transporte, haría que el exilio económico a los distritos exteriores fuera menos irritante para los que tienen que trabajar en el centro de ciudad.
La agenda –impuestos para los no residentes, impuestos sobre las ganancias extraordinarias, la renovación urbana y una construcción de calidad– podrían funcionar, pero no sin un gobierno fuerte detrás. Nada de eso está a la vista. La falta de voluntad política es una amenaza aún mayor para el futuro de Londres que una política monetaria demasiado generosa.