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La canciller promete continuidad en la política europea, pero adaptará su agenda

La UE espera que la ‘nueva’ Merkel sea más constructiva

El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso.
El presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso.Efe

Bruselas acogió ayer con cierto alivio que el partido de Angela Merkel se haya quedado a cinco escaños de la mayoría absoluta, con 311 parlamentarios en total (255 de la CDU y 56 de la CSU). El resultado parece condenar a la canciller alemana a buscar aliados para formar gobierno. Y tanto si llega a un acuerdo con los socialistas del SPD (192 escaños), opción preferida por la canciller, como si lo hace con los Verdes (63), el reinado de Merkel III se anuncia mucho más benévolo y constructivo con Europa que el de su segunda legislatura.

A falta de las negociaciones para formar gobierno, la aritmética del Bundestag parece apuntar a una relación más fluida entre Berlín y sus socios europeos. Los dos grandes partidos, CDUy SPD, suman 100 escaños más que en el parlamento anterior, cuando aliaron sus fuerzas para aprobar las medidas pactadas en Bruselas en los momentos más graves e la crisis.

La actitud de Berlín, una vez se forme Gobierno, será esencial para abordar tareas tan urgentes como la unión bancaria, la recuperación de Grecia o el remate del rescate de Irlanda y de la reestructuración financiera en España.

Y Bruselas espera contar en Alemania con un ejecutivo dispuesto a asumir el liderazgo, después de tres años bregando con una coalición de conservadores y liberales siempre proclive a pisar el freno o plantear objeciones. Bruselas invoca a favor de esa tesis optimista la letra pequeña de un escrutinio que ha castigado con dureza a las posiciones más reacias con la solidaridad europea.

La consecuencia más evidente de ese castigo es la desaparición parlamentaria de los liberales que, como aliados de Merkel entre 2009 y 2013 han obstaculizado todas las medidas para paliar la crisis del euro, desde el rescate de Grecia a la creación de un fondo de rescate o la introducción de una tasa a las transacciones financieras.

El otro partido más intransigente con Bruselas, la CSU de Baviera, tampoco sale fortalecido de la cita del domingo en relación con la CDUde Merkel. El partido de la canciller creció un 6,9% y obtuvo su mejor resultado desde 1994; los conservadores bávaros solo registraron un incremento del 0,9% y tendrán que conformarse con ser un hermano más pequeño que de costumbre. Por último, la temida entrada en el Parlamento de los euroescépticos de Alternativa por Alemania no se ha consumado. Y aunque sus dos millones de votos (4,7%) confirman la emergencia de una corriente antieuropea en Alemania, el nuevo gobierno tendrá cuatro años para intentar convencer a la opinión pública de que la integración europea sigue beneficiando a la principal economía del continente.

El primer plan que deberá retomar la nueva coalición será la creación de un Mecanismo europeo de resolución bancaria, organismo que en el futuro se encargará de la reestructuración o liquidación de las entidades financieras en dificultades.

El gobierno saliente apoyaba la propuesta. Pero supeditaba la creación de una verdadera autoridad europea de resolución a la reforma del Tratado de la UE. Los socialistas se muestran favorables a poner en marcha el plan sin más dilación. “A diferencia del Gobierno, el SPD apoya la creación de un fondo europeo siempre y cuando no lo financien los contribuyentes, sino los propios bancos”, señaló ayer en Berlín el líder de los socialistas, Peer Steinbrück. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, también urgió ayer en el Parlamento europeo a establecer el fondo en la mayor brevedad posible, una vez que el BCE asuma la supervisión financiera de la zona euro (previsto para mediados de 2014).

Rescates y examen presupuestario

El nuevo gobierno alemán también será clave para la continuación de los rescates. El próximo 15 de noviembre, el Eurogrupo (consejo de ministros de economía de la zona euro) debatirá cómo poner fin al rescate de Irlanda y al rescate de la banca española. La prueba de fuego, sin embargo, llegará con Grecia, cuyas necesidades de financiación siguen aumentando.

El SPD es partidario de poner fin a un castigo que no ha logrado sacar de la UVI a la economía griega y que se ha tragado 200.000 millones de euros de los contribuyentes europeos. Los socialistas abogan por ofrecer a Atenas una suerte de Plan Marshall que permita su recuperación definitiva o al menos momentánea.

El 22 de noviembre, el Eurogrupo revisará por primera vez los presupuestos nacionales antes de su aprobación en los respectivos parlamentos. Y el examen marcará el grado de expansión para 2014. No parece probable que el SPD sea menos riguroso que la CDU. Los socialistas, sin embargo, podrían apoyar políticas de estímulo a favor, sobre todo, para facilitar el acceso al crédito de las pequeñas y medianas empresas en el sur de Europa. El cambio de color en Berlín (del negro-amarillo de conservadores y liberales al negro-rojo con los socialistas) puede marcar también el futuro del impuesto sobre las transacciones financieras, una iniciativa impulsada por Merkel a pesar de los reparos del FDP. Con el SPD claramente favorable, Berlín podría revivir una propuesta que todavía ha logrado despegar del todo y que suscita mucha controversia en Europa.

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