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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bernanke opta por la prudencia

La decisión de la Reserva Federal de EEUU de mantener su programa de compras de activos por valor de 85.000 millones de dólares mensuales sorprendió ayer a unos mercados financieros que esperaban una reducción –si bien tímida y progresiva– de los estímulos monetarios a la economía estadounidense. El comunicado de la Fed desató la euforia y el aplauso en Wall Street y puso fin a unas especulaciones que comenzaron ya antes del verano, cuando Ben Bernanke anunció su intención de retirar los estímulos –poco a poco y a partir de septiembre– si la economía mostraba signos de suficiente fortaleza. El mensaje lanzado ayer por la Fed apunta a que esos signos –el asentamiento de la recuperación iniciada hace cuatro años, una tasa de desempleo cercana al 6,5% y una inflación bajo control– no son lo suficientemente sólidos como para privar al motor estadounidense de su potente muleta monetaria.

No solo los inversores, sino también los expertos, esperaban que la reunión del organismo terminase con el anuncio de una disminución escalonada de la compra de activos. Los rumores sobre ese repliegue aumentaron en los últimos tiempos tras la retirada de Larry Summers como posible sucesor de Bernanke y la postulación de Janet Yellen, vicepresidenta del organismo, como gran candidata. Pocos esperaban, pese a ello, que la Fed optase por no rebajar ni un ápice su apoyo monetario.

La decisión de ayer se explica por razones internas y externas. Las primeras tienen que ver con una recuperación económica que si bien es evidente todavía muestra ciertos signos de fragilidad. Pese a la mejora indudable en el terreno del empleo, todavía hay once millones de estadounidenses que buscan un empleo y el país mantiene una tasa de población activa en el nivel más bajo de los últimos 25 años. A ello hay que sumar la incertidumbre política que ofrece la aprobación de los próximos presupuestos y las incógnitas sobre cuál será el crecimiento del tercer trimestre.

El segundo tipo de razones –de carácter externo– se alimentan de la incertidumbre que sigue generando la dispar evolución del resto de las economías globales. Europa tiene todavía un largo camino hasta que se pueda hablar de una recuperación económica y las regiones emergentes han rebajado las elevadas expectativas que se habían generado sobre su evolución. Desde la Fed se confirmaba ayer la mejora de la economía estadounidense, pero se justificaba la decisión en la conveniencia de esperar “más evidencias” de que esa mejora es sostenible antes de rebajar el ritmo de las compras de deuda. Una postura que se apoya en la prudencia ante un panorama económico frágil y cambiante.

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