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Prácticas

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Las bolsas de empleo de las universidades privadas están mejor valoradas que las de las públicas, pero el periodo de prueba es el que determina la contratación

La diferencia entre estudiar en una universidad pública o privada puede ser de varios miles de euros. Pero pagar más por una carrera no necesariamente aumenta las probabilidades de conseguir trabajo al finalizar los estudios, sobre todo ahora que la tasa de paro juvenil pasa del 55%.

Las bolsas de empleo de las privadas tienen fama de contar con una red de contactos en el mundo empresarial bastante más potente que las públicas, lo que en teoría debería hacer más fácil para sus titulados colocarse en el mercado laboral.

Sin embargo, la crisis ha reducido las posibilidades de obtener su primer contrato a candidatos de universidades públicas y privadas casi por igual.

En el curso 2012-2013, el Centro de Orientación e Información de Empleo (COIE) de la Universidad Complutense gestionó 276 ofertas, frente a las 378 del curso 2008-2009, lo que supone un descenso del 27%, mientras que la Universidad Europea de Madrid ha detectado una bajada del 29% respecto al curso 2011-2012.

En Job and Talent insisten en que la diferencia no reside en el modelo educativo, sino en la formación del profesional

“Debido a la crisis, el número de ofertas de empleo ha disminuido considerablemente”, corrobora Gemma Murillo, directora de empleo y orientación de la Fundación Empresa de la Universidad de Navarra (FEUN), “por lo que los titulados aprovechan otras vías para tener una primera experiencia laboral como, en nuestro caso, el Programa de Iniciación de Empresa, o para completar su preparación profesional a través de un máster”.

En esta coyuntura, el funcionamiento de la bolsa de empleo puede marcar la diferencia entre quedarse en el paro o conseguir una primera experiencia laboral.

Álex Jané, jefe de equipo de Randstad Professionals, no observa diferencias significativas entre el servicio prestado por universidades públicas y privadas. “En ambos casos hay una elevada predisposición a colaborar y a difundir tu posible oferta entre sus estudiantes y colegiados”, afirma.

Ramón Egea, responsable de recursos humanos de Job and Talent, un portal de empleo online que cubre entre un 15% y un 20% de sus ofertas con candidatos propuestos por universidades, sostiene que las bolsas no operan mejor o peor en función de su modelo educativo, sino de la dedicación que ponen a la hora de facilitar una salida profesional a sus alumnos.

“Hay centros que son muy constantes a la hora de hacernos llegar los mejores candidatos, y otros que prefieren trabajar de manera independiente”, comenta.

En cualquier caso, Egea advierte de que quien está en mejor condición de juzgar el funcionamiento de una bolsa es el mismo alumno. “Por nuestra parte, colaboramos con las universidades que mejor funcionan, pero no por la calidad de la bolsa en sí, sino de sus alumnos, la formación que reciben, el prestigio y la exigencia del centro, y una serie de características que las empresas evalúan cuando reciben a los candidatos”, apunta.

Conseguir el primer empleo, entre seis meses y un año

Otra forma de tomar la temperatura al mercado laboral es el tiempo que tardan los graduados en conseguir trabajo. La Universidad Europea asegura que el 70% de sus recién titulados encuentra empleo en menos de seis meses y el 90% en menos de un año. “Casi la mitad de los egresados en el curso 2011-2012 había encontrado trabajo al año de terminar sus estudios. De ese total, el 90% lo hizo en la empresa en la que realizó sus prácticas”, resalta Sete Oliveros, directora del Gabinete de Orientación al Empleo (GOE) del centro.

Los egresados de la Universidad de Navarra tardan una media de 12 meses en conseguir su primera experiencia laboral, aunque pueden aprovechar el servicio de su bolsa de empleo durante los tres años posteriores a la obtención del título. “Durante ese tiempo pueden asistir a sesiones, talleres y actividades que organiza la Fundación con el objetivo de mejorar sus posibilidades de conseguir empleo”, precisa Gemma Murillo, directora de empleo y orientación de FEUN.

En Comillas, los plazos varían en función de la titulación o el perfil de los egresados. “Del total de titulados de la promoción 2012, el 85,7% de los alumnos de grado y el 77,6% de posgrado está ocupado, trabajando o ampliando su formación en los seis meses siguientes a la conclusión de sus estudios”, asegura María Victoria García, directora de la oficina de prácticas y empleo.

El COIE de la Complutense, por su parte, ha cubierto en el último curso 5.726 plazas de prácticas académicas externas con sus estudiantes, de las que solo un porcentaje pequeño se ha convertido en un contrato de trabajo. “A pesar de que las empresas quieren rentabilizar la formación que invierten en el estudiante en prácticas con su incorporación, las condiciones del mercado laboral son determinantes”, explican.

Por otro lado están las compañías que canalizan a través de estos departamentos sus ofertas de empleo. El fabricante de chocolates y golosinas Mondelez International, por ejemplo, convoca todos los años 25 becas en España, el 70% de las cuales cubren a través de bolsas universitarias. “Desde nuestra experiencia, aunque las públicas están a un gran nivel, las privadas responden mejor a nuestras demandas de becarios en prácticas”, señalan en recursos humanos.

“Los centros particulares tienen programas estructurados con periodos de prácticas muy bien definidos para cada promoción de alumnos. Esto facilita que la empresa pueda planificar sus procesos de selección y asegurarse el acceso a candidatos válidos. Por otro lado, los servicios de empleo de las universidades privadas normalmente tienen un contacto mucho más directo con las compañías, dando a los alumnos un servicio más personalizado y adaptado a sus necesidades”, ahonda.

El Gabinete de Orientación al Empleo (GOE) de la Universidad Europea no se limita a gestionar las ofertas que llegan al centro, sino que, además, coordina prácticas internacionales, organiza sesiones de formación, asesoramiento y consultoría.

La universidad cuenta también con Alumni, un servicio gratuito para graduados que les ayuda a entablar contactos y asesora en la creación de sus propias empresas.

Mondelez defiende que los programas de prácticas de las universidades privadas facilitan más la integración de los estudiantes en el mundo empresarial, ya que sus planes de estudio combinan clases y prácticas en empresas, así como formación en las habilidades y competencias más demandadas por el mercado laboral: alto nivel de idiomas, experiencias internacionales, habilidades comunicativas, trabajo en equipo, etcétera.

“Encontramos también excelentes perfiles en las universidades públicas, pero la realidad es que nuestro acceso a ellos resulta más complicado”, remacha.

No obstante, descarta que los becarios procedentes de ellas tengan más posibilidades de acabar siendo contratados que los de centros públicos. “La contratación se basa en los resultados y el potencial demostrado durante sus prácticas y no en su universidad de origen”, subraya.

Egea, de Job and Talent, insiste en que la diferencia no reside en el hecho de si la universidad es pública o privada, sino en la formación que pueda tener el profesional.

En ese sentido, recuerda que el número de alumnos con capacidad económica alta es mayor en la privada que en la pública, y esa característica da a los primeros más oportunidades para complementar su formación con el estudio de idiomas, másteres o cursos especializados. “Al final, si ese alumno ha sabido aprovechar esas oportunidades, podrá tener un currículo más completo que otro que no las ha tenido”, advierte.

Nuevos perfiles

Gemma Murillo, de la Fundación Empresa de la Universidad de Navarra, indica que las titulaciones más demandadas son las Empresariales, Ingenierías y las carreras de Ciencias. Pero anota que las empresas tienden a buscar perfiles en los que la iniciativa, la creatividad o una estancia internacional tienen tanto peso como la formación académica, o incluso, más.

“Es cierto que el número de ofertas se ha reducido con la crisis, pero, a la vez, ha aumentado la demanda de profesionales asociados al marketing digital o a las redes sociales”, asegura María Loidi, responsable de la bolsa de trabajo de la Udima (Universidad a Distancia de Madrid) y del Centro de Estudios Financieros (CEF).

“En otros casos suponen una readaptación de perfiles que ya existían, pero que se han tenido que amoldar a las nuevas circunstancias. Nos referimos, por ejemplo, a los económico-financieros, o a los abogados o consultores fiscales orientados hacia los mercados internacionales”, añade.

De indefinidos a becarios

Otro cambio es la caída de ofertas de trabajo indefinido en favor de un aumento de la contratación a través de becas o contratos en prácticas. Estos últimos se establecen con titulados que hayan concluido sus estudios en los últimos cinco años.

Según la Universitat de Barcelona, las ofertas de prácticas han pasado de representar el 23% al 55% del total, una situación que Álex Jané, de Randstad, atribuye a los cambios legislativos y a las bonificaciones que las compañías obtienen por contratar en esta modalidad.

“Tras la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior, que establece prácticas obligatorias en todas las titulaciones, ha aumentado el número de ofertas en esta modalidad, mientras que las de empleo han descendido debido a la crisis”, confirma María Victoria García Mellado, directora de la Oficina de Prácticas y Empleo de la Universidad Pontificia de Comillas ICAI-ICADE.

De acuerdo con Job and Talent, entre mayo y junio de este año, la contratación indefinida para perfiles recién licenciados se redujo un 10%, mientras que a través de becas subió un 8% en el último año.

“Las universidades han apostado por reforzar una contratación que, si bien ofrece menos garantías salariales, vela por que los alumnos no dejen de contar con oportunidades laborales”, dice Egea. Después de todo, recuerda que una generación perdida es aquella que pierde años buscando una experiencia profesional que nunca llega a producirse.

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