Cambios en la curva de la rentabilidad
Cuando los tipos de interés a largo plazo aumentan sigilosamente, suele ser una señal para que los bancos amasen mayores beneficios financiándose más barato de lo que lo prestan. La regulación y el entorno económico complican la ecuación en esta ocasión.
Los bancos financian principalmente sus préstamos a largo plazo –como las hipotecas– con otros a corto plazo, por ejemplo, en el mercado de préstamos interbancarios. Los recientes movimientos en el mercado de bonos soberanos, que es el punto de partida para lo que cobran los bancos, debería ayudarles.
Las promesas de los bancos centrales de mantener unos bajos tipos de interés están atando los tipos en el mercado a corto plazo. La rentabilidad en mayores plazos es más libre para aumentar con el repunte del crecimiento y el hecho de que los operadores anticipen el final de las políticas de dinero fácil. Por tanto, la llamada curva de rentabilidad, que traza los tipos a medida que aumentan los vencimientos, es cada vez más pronunciada.
Los bancos son ahora menos propensos a pedir préstamos en el mercado de financiación a corto plazo
Sin embargo, tal vez las entidades no sean capaces de beneficiarse tanto como en el pasado. La regulación ha cambiado las normas del juego. Las autoridades nacionales están vigilando si coinciden los activos y pasivos de los bancos. Como resultado, estos son ahora menos propensos a pedir préstamos en el mercado de financiación mayorista a corto plazo para otorgar préstamos a más largo plazo.
La demanda de crédito puede ser otro factor limitante. En el pasado, las principales curvas de rentabilidad han crecido a estos niveles por la fortaleza de la actividad económica. Esta vez, al menos parte del aumento se debe a la actual e inusual orientación de la política de los bancos centrales. Por ejemplo, entre 1990 y 2005, la economía de Estados Unidos estaba creciendo dos veces más rápido, o más, cuando el diferencial entre los bonos a dos y 10 años fue de esta amplitud. Los hogares y las empresas podrían, por lo tanto, no tener la misma capacidad para absorber fuertes aumentos en los costes de los préstamos.
Por supuesto, algunos bancos encontrarán útiles las tendencias actuales de la curva de rentabilidad y esto es probable que se tenga en cuenta en los precios de las acciones. Pero el mundo financiero puede haber cambiado demasiado como para que los inversores cuenten con estas relaciones hasta el punto en que lo hicieron en el pasado.