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Carolina Masaveu
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

El arte de la inversión

La descendiente de la familia Masaveu se ha convertido por sorpresa en una accionista de referencia en Pescanova

Caricatura de Carolina Masaveu
Caricatura de Carolina MasaveuHogue

La modesta cantidad de 107 euros ha bastado para introducir en el panorama empresarial español un nombre que hasta ahora había pasado bastante desapercibido en ese terreno. Y es que, aunque Carolina Masaveu (Asturias, 1972) tiene un apellido que deja lugar a pocas presentaciones, siempre ha estado más relacionada con el mundo de las obras de arte que con aquel en el que acaba de irrumpir.

Esta semana saltaba la noticia de su entrada en el grupo Pescanova. La inversora ha adquirido un paquete de 1,075 millones de títulos, al precio de 0,0001 euros por acción, con lo que se ha convertido en la sexta mayor accionista de la compañía (controla el 3,7% del capital).

Hasta ahora esta asturiana no tenía mucho que ver con la industria de la alimentación, aunque sí que son varios los sectores con los que su familia tiene relación gracias a sus inversiones. Con una historia que se remonta al siglo XIX, los Masaveu poseen una de las mayores fortunas de España. El grupo empresarial que es hoy la Corporación Masaveu se inició con la llegada a Asturias de sus antepasados Vicente y Pedro Masaveu Rovira hace más de 170 años. Un establecimiento textil fue el germen del holding que se desarrollaría posteriormente.

Si bien ese pequeño negocio fue el punto de partida, el nombre de la saga empezó a ser reconocido gracias a su actividad en la industria del cemento –por medio de la empresa Tudela Veguín que ha estado funcionado desde 1898 y continúa en activo–. Ahora sus filiales se reparten por los sectores inmobiliario, bodeguero, médico y, por supuesto, el artístico.

Los Masaveu han sido tradicionalmente grandes amantes de la pintura y poseen una de las colecciones de cuadros más importantes de nuestro país –se dice que esta incluye joyas de Velázquez, Goya, Dalí o Picasso–. Más de 400 obras, valoradas en 48 millones de euros hace 20 años, sirvieron como pago al impuesto de sucesiones tras la muerte de Pedro Masaveu Peterson (que falleció sin hijos y dejó la dirección del holding en manos de su hermana –Cristina– y de su primo Elías –padre de Carolina–). Las Administraciones madrileña y asturiana se disputaron en aquel momento el privilegio de ser los acreedores fiscales de la herencia, que se pagó con obras de arte. Una discordia que finalmente ganó Asturias, la tierra a la que tanto apego a tenido siempre la familia.

Al ámbito artístico sí que ha estado muy vinculada la nueva accionista de referencia de Pescanova. Junto con su hermana mayor María, abrió una galería en la capital en 2004. Llamada Fruela, era el primer espacio que pretendía dar a conocer la obra de artistas asturianos en Madrid. Sin embargo, cerraron tres años después por dificultades económicas.

Junto con su hermana María, abrió una galería en la capital en 2004 para dar a conocer la obra de artistas asturianos

No se conocen muchos más detalles de la inversora, ya que la extrema discreción la ha acompañado siempre, no solo a ella sino a toda la saga familiar. Casada con un abogado, reside habitualmente en la capital y es la administradora única de Crisgadini, la sociedad a través de la que se ha efectuado la operación que la ha catapultado de nuevo al punto de mira mediático.

Carolina es la cuarta de los cinco hijos de Elías Masaveu, que se hizo cargo de la compañía entre 1993 y 2005. El primogénito, Fernando, sustituyó a su padre al frente de la corporación; José ha dedicado gran parte de su carrera al mundo del vino; María, al arte y el benjamín, Luis, se ha adentrado en el sector editorial y audiovisual.

Pese a que la línea que separa familia y negocios es muy delgada en el clan asturiano, la inversión de Carolina en Pescanova ha sido un movimiento personal.

Su entrada en la pesquera viguesa llega casi cuatro meses después de que la empresa se declarara en concurso de acreedores. También se produce tras la renuncia del presidente, Manuel Fernández de Sousa, el pasado 17 de julio, que presentó su dimision cuando se dio a conocer un informe que cifraba la deuda financiera de la compañía, a 31 de diciembre de 2012, en 3.281 millones de euros, con un patrimonio neto negativo de 927 millones de euros.

Con las aguas así de revueltas, la junta de accionistas que celebrará Pescanova el día 12 de septiembre contará con una nueva voz que ha llegado por sorpresa pero que tendrá un peso importante.

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