Desinfección de balances
En estos días ya plenamente veraniegos, miles de apuntes contables en miles de balances y cuentas de resultados de empresas de todo tipo se encuentran en una situación de estancamiento. Los ingresos de difícil cobro llevan tanto tiempo allí consignados y sin apenas movimiento que se han convertido en ingresos de cobro tan imposible que parece que fueran a desintegrarse. Y lo están haciendo según los parámetros científicos de todo proceso de esta naturaleza, con la propagación de organismos dañinos y la emisión de gases. La contaminación al resto de los apuntes del balance y la afectación de toda la cuenta de resultados es solo cuestión de tiempo.
Y es que el 48% de las empresas españolas espera casi cuatro meses antes de asignar sus impagos a un experto, según el Índice de riesgo 2013. No siempre hemos aplicado la estrategia de que si después de la fecha de vencimiento la factura no se paga hay que actuar inmediatamente; y no siempre hemos realizado el trabajo suficiente para conocer en profundidad a nuestros clientes para no vender a todos de la misma manera.
A esto hay que sumar el enorme impacto del Estado en la economía que no está pagando a tiempo a sus proveedores que a su vez no pueden pagar a los suyos generando un efecto bola de nieve; de hecho, según nuestros datos, el plazo de pago de la Administración pública española en el primer trimestre de 2013 ascendía a 155 días (aunque se ha reducido en cinco días desde 2012, aún está muy lejos de los 30 que marca la directiva europea).
La acumulación de impagos se está convirtiendo en una de las principales amenazas para las cuentas de las empresas; en una situación de crisis como la que atravesamos, se acepta el hecho de que esas deudas van a ir casi todas al cajón de las de imposible cobro y la única solución es desinfectar los balances. En este sentido, nuestro Índice de riesgo 2013 indica que el 80% de las empresas españolas presenta problemas de liquidez derivados de los retrasos de los pagos.
El problema afecta a todo el tejido empresarial. Aunque parece que es un problema casi exclusivo de los bancos, a los que las condiciones de provisionamiento de fallidos obligan a inmovilizar mucho capital, hay también otros sectores afectados. Así, sectores económicos significativos como las telecomunicaciones, energía, automóvil, sanidad privada o la gran distribución están sufriendo ya de forma notable en sus cuentas de resultados los efectos negativos de esta situación de morosidad. Y lo malo es que muchas de las empresas afectadas carecen de un botiquín bien provisionado de remedios para sanear sus cuentas. Las operaciones habituales de recobro de impagados tienen un alto nivel de eficiencia, pero la situación de crisis en la que nos movemos ha generado una bolsa importante de impagados que se resisten a los procesos tradicionales y hay que aplicar, por tanto, nuevas medidas.
La venta de las carteras morosas de difícil cobro, generalizada en el sector bancario con operaciones de más de 5.000 millones de euros en el último año, tiene que ampliarse al resto de los sectores afectados para que no se acumulen en los balances. Muchos se resisten y piensan que las anotaciones pendientes de cobro pueden hibernar por tiempo indefinido, pero los costes que eso supone pueden afectar luego a la cuenta de resultados más saneada. Se trata de una operativa que tiene que ser asumida con naturalidad en cualquier estrategia de planificación financiera a medio y largo plazo. Además, muchos sectores de negocios que necesitan recurrir a estas operaciones corren el riesgo de que esos fondos de difícil cobro caigan en manos de fondos buitres, por lo que deben desaparecer cuanto antes.
El mercado cuenta con suficientes dosis de transparencia y con operadores con gran experiencia y fiabilidad como para facilitar un proceso negociador de bolsas de facturas de difícil recuperación en unas condiciones de absoluta normalidad. La venta de estas bolsas de impagados es la salida lógica para lograr un mínimo de liquidez real sobre esos ingresos teóricos. Mejor algo, aunque sea poco, que nada. La eficiencia de los procesos de recobro y las altas dosis de flexibilidad con la que operan las empresas especialistas en la adquisición de carteras de impagados permiten unos márgenes de maniobra en las negociaciones hasta ahora inéditas en este mercado.
Luis Salvaterra es director general de Intrum Justitia Iberica