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Tribuna
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cumpleaños infeliz para la Unión del Meditarráneo

La Unión por el Mediterráneo está de aniversario y Europa, tan enredada en sus crisis internas, parece que lo olvidó. El sábado, 13 de julio, 756 millones de ciudadanos de 43 países tendríamos que reunirnos para celebrar el quinto cumpleaños de esta plataforma. Youssef Amrani, el presidente de la institución, no ha enviado invitaciones al acto cumpleañero, según mis informaciones.

En efecto, el proyecto del euro no está para celebraciones y la coyuntura mediterránea tampoco, y esa es una noticia especialmente mala: la ribera norteafricana sería una buena oportunidad para reactivar la UE. No tuvo un parto fácil la Unión por el Mediterráneo, como nada lo tiene en Europa. El embrión de la idea, el Proceso de Barcelona de 1995, impulsado bajo la presidencia española de la UE, recibió un golpe de timón de la mano del presidente francés Nicolás Sarkozy, al crear un nuevo soporte institucional. Sarkozy anunció, durante la campaña electoral a la presidencia francesa de 2007, lo que iba a ser una nueva forma de desarrollar la cooperación multidimensional entre la UE y la ribera del Mediterráneo. Y la idea tomó cuerpo en la Cumbre de París para el Mediterráneo el 13 de julio de 2008.

Como siempre, hubo manifestaciones a favor y en contra. Las conversaciones de pasillo de los líderes de los Estados miembros de la UE y en sus encuentros bilaterales (José Luis Rodríguez Zapatero, Romano Prodi, Angela Merkel) permitieron el nacimiento de la Unión por el Mediterráneo. No faltaron las críticas desde la Comisión y también por parte de Turquía por la negativa de Sarkozy a su entrada en la UE, aunque sí dio su visto bueno a la participación de Ankara en la nueva institución.

Han pasado cinco años. Europa se encuentra en recesión económica: rescates financieros a países e incumplimientos en el Plan de Estabilidad Económica del euro. La UE se tambalea.

A nivel político, el escenario es aún más perverso. Las relaciones entre los países de Occidente con el espionaje de todos contra todos son primera página casi todos los días

Si saltamos a la otra orilla del Mediterráneo, el escenario es negro, bélico. La primavera árabe, como gripe contagiosa, fue pasando de país a país. Siria en guerra civil y Egipto en situación crítica, con un golpe de Estado incluido y la promesa de una reforma constitucional. Sin olvidar las acusaciones de asesinatos entre las partes implicadas. El conflicto de Oriente Medio sigue encallado.

Finalmente, las relaciones entre Alemania y Turquía no están en su mejor momento. Berlín ha llamado a consultas a su embajador. Berlín tacha de dictador al presidente turco tras los incidentes de las últimas semanas. Y mientras, Turquía sigue acusando a Alemania de obstaculizar su adhesión a la Unión.

No, el Mediterráneo no está para cumpleaños ni tarta ni velas. Y cuidado con las velas por si prenden el atrezo. Europa y el Mediterráneo están abocados a entenderse: histórica, social, cultural, política y económicamente. Son muchos los siglos que nos han hecho convivir juntos, en unos periodos con mejores relaciones que en otros. Nos necesitamos mutuamente. Las sociedades del Viejo Continente están envejecidas. De seguir así, el Viejo Continente necesitará abrir sus fronteras a mano de obra joven ya sea iberoamericana o de los países de la ribera mediterránea. Peligran nuestras pensiones. Sus mercados y los nuestros pueden complementarse y ser un puente para nuestros desarrollos económicos. Si la UE cambiase su política agrícola, permitiendo las importaciones desde los países del norte de África, sus PIB crecerían entre un 2% y un 3% anual, según apuntan diversas investigaciones. ¿Son asumibles los 400.000 millones de euros que suponen la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea?

A España la deslocalización de industrias intensivas en mano de obra hacia estos países le permite competir con el tigre asiático. Las producciones de calzado y juguete del Levante español ya se están llevando a cabo en Marruecos. En el último Informe del comercio mundial solo aparecen dentro del ranking de los 30 mayores países exportadores Turquía, Egipto, Marruecos e Israel; como importadores se encuentran Turquía e Israel, pero el mercado potencial de 260 millones de consumidores de la ribera mediterránea no europea no es despreciable. ¿Reaccionará Europa? ¿Conseguirán asentar su primavera árabe? Es arriesgado encargar ya la piñata para 2014.

Javier Zúñiga Rodríguez es Director del Departamento de Economía de ESIC

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