Una oportunidad de integración
El anuncio realizado por el presidente de Estados Unidos y el presidente de la Comisión Europea de iniciar negociaciones de un Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión supone una oportunidad única para integrar dos bloques económicos que, además de representar cerca de la mitad del PIB mundial, el 60% de la inversión y más de un tercio del comercio global, comparten modelos políticos y valores similares sustentados en el respeto a la ley y la libertad individual.
Este importante paso es resultado, entre otros, de la intensa labor desempeñada en los últimos años por la Confederación de Organizaciones Empresariales Europeas, BusinessEurope, de la que es miembro CEOE, y de su contraparte estadounidense, US Chamber of Commerce, que siempre han abogado por una mayor integración entre ambas potencias económicas del Atlántico Norte.
La naturaleza ambiciosa de este acuerdo ha sido uno de los aspectos fundamentales en los que ha hecho especial hincapié CEOE para apoyar el inicio de las negociaciones. Desde un principio, hemos expresado que un acuerdo con Estados Unidos no podía limitarse a un mero desarme arancelario, sino que debería incorporar otros capítulos, que son fundamentales para las relaciones económicas transatlánticas, como son la convergencia regulatoria, el acceso al mercado de contratación pública y de servicios, y la protección de la propiedad intelectual, todos ellos aspectos clave para alcanzar un acuerdo que sea equilibrado y que tenga en cuenta la creciente interactuación entre el comercio, las inversiones y los servicios.
Con cerca de 48.000 millones de euros invertidos en Estados Unidos, lo cual nos equipara, en términos de inversión extranjera directa acumulada a las inversiones realizadas por las empresas norteamericanas en nuestros país, las empresas españolas –más de 700 establecidas en Estados Unidos– han conseguido situarnos entre los diez mayores inversores en Estados Unidos, con una presencia significativa en sectores como las infraestructuras, la energía, la banca y los seguros, por los mencionar algunos de ellos.
Las empresas españolas han conseguido situarnos entre los diez mayores inversores en Estados Unidos
Nuestras inversiones, nuestro nivel de intercambios comerciales y la confianza puesta por nuestras empresas en el mercado norteamericano nos han llevado a respaldar de manera firme la apertura de estas negociaciones, que deberían fructificar en la consecución de un acuerdo que permitiera impulsar el crecimiento de nuestras respectivas economías y generar empleo de calidad.
Por ello, y sin pretender ser demasiado exhaustivo, me gustaría destacar algunos ámbitos de crucial importancia para nuestros intereses empresariales: de un lado, el acceso al mercado de contratación pública, ya que dado los limitados compromisos adquiridos por los Estados Unidos en el marco del Acuerdo Plurilateral de Contratación Pública de la Organización Mundial del Comercio, consideramos esencial que se logre una mayor apertura del mercado de contratación pública, que involucre los niveles federal y subfederal, y que suponga la eliminación de la normativa Buy America que discrimina a las empresas extranjeras frente a las empresas locales.
De otro, la cooperación regulatoria, porque la aplicación de diferentes estándares técnicos en numerosos sectores nos debe llevar a impulsar su equivalencia. Pero sabedores de la complejidad técnica que presentan muchas de estas normas, las organizaciones sectoriales europeas han preparado, junto a sus contrapartes norteamericanas, el terreno a nuestros negociadores identificando aquellos estándares y reglas en los que es posible alcanzar un acuerdo.
Así, el compromiso que logren los negociadores en este ámbito concreto no constituirá la meta final, sino más bien el punto de partida de un diálogo que debe ser permanente, y que el acuerdo debe institucionalizar.
Este pacto debe convertirse en referencia para el resto de los acuerdos comerciales
Tanto el Consejo Económico Transatlántico como el Foro Regulatorio de Alto Nivel, que llevan en funcionamiento desde hace años, supondrían un marco idóneo para institucionalizar este diálogo permanente entre ambas Administraciones. También debe destacarse el ámbito de los servicios, puesto que, aun siendo conscientes de la complejidad de este capítulo por el elevado número de sectores implicados y normativas existentes, estimamos crucial que ambas partes se comprometan a mejorar el actual nivel de apertura de sus respectivos sectores de servicios, especialmente en algunos de especial relevancia como el financiero, de seguros, de telecomunicaciones y de transporte aéreo. El trabajo previo realizado por las organizaciones sectoriales de seguros o los principios comerciales sobre tecnología de información y comunicación, que en su día fueron acordados entre la Unión Europea y Estados Unidos, supone una buena base de partida para los negociadores.
Asimismo, es fundamental que nuestros profesionales se desplacen con mayor facilidad para suministrar servicios, que se facilite la obtención de visados y que se permita la equivalencia de titulaciones.
En el capítulo de la propiedad intelectual destaca que la defensa de algunas de nuestras indicaciones geográficas y denominaciones de origen son fundamentales para la comercialización de algunos de nuestros productos agroalimentarios más importantes.
Por último, el creciente desplazamiento de los intereses de Estados Unidos hacia la cuenca del Pacífico y el clima político favorable a las negociaciones de este acuerdo son factores importantes que debemos tener en cuenta a la hora de posicionarnos con respecto a este acuerdo que, además de servir al impulso del crecimiento de nuestras economías y a la generación de empleo, debe transmitir, en el actual estado de parálisis de la negociaciones multilaterales de la Ronda de Doha, un claro mensaje de aperturismo comercial al resto de mundo y convertirse en un acuerdo de referencia para el resto de los acuerdos comerciales. Los empresarios apoyamos este acuerdo porque puede ayudar a impulsar la actividad económica de la Unión Europea y de Estados Unidos.
Juan Rosell Lastortras es Presidente de la CEOE