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Editorial

El necesario combate al absentismo

Las empresas españolas han dado un salto de gigante durante los últimos lustros en capacidad tecnológica, saber hacer, nuevos métodos y sistemas de producción y gestión, internacionalización y apertura a nuevos mercados y otros muchos aspectos de la actividad societaria. Por encima de la crisis de los últimos cinco años, esta virtuosa evolución, que las ha colocado en posición de tratar de tú a tú a cualquier competidor en cualquier lugar del mundo –y así se ve en la consecución de numerosos contratos en el exterior–, será mucho más aprovechable en cuanto comience la tan espera recuperación.

Persisten, sin embargo, zonas de sombra a las que hay que dar soluciones cuanto antes, a pesar de que las urgencias que impone la crisis sugieran que hay otros frentes más importantes. Entre ellas destaca el grave problema de absentismo laboral que sufren las empresas españolas. Diferentes estudios apuntan a que el 35% de las bajas laborales por incapacidad temporal, es decir, por enfermedades, que se producen en España podrían ser irregulares. No será difícil de comprobar en una sociedad que disfruta por lo general de unos niveles de salud homologables con cualquier país avanzado. También sorprende que el número de jornadas no realizadas el pasado año equivalga, según cálculos de la patronal de las mutuas de accidentes de trabajo (AMAT) a que casi 800.000 asalariados, en torno al 5% de los ocupados, no produjeran en sus empleos nada ningún día del año pasado.

El mal del absentismo creciente en España solo se paró con la crisis. La tasa había escalado hasta el 4,9% en los años de bonanza previos a esta, y han hecho falta una durísima situación económica y cientos de miles de empleos perdidos para que se moderase hasta el 4,3% actual. CEOE, que presentará hoy un informe en su asamblea anual en el que cuantifica el coste de este problema para las empresas, propone fórmulas sancionadoras para desterrarlo, algunas próximas a las que ciertas Administraciones han empezado a aplicar con éxito. Entre ellas, sugiere un recorte de las prestaciones económicas para aquellos trabajadores que tengan bajas reiteradas e intermitentes en un mismo año, y también propone para el cobro de cuantías que se demuestren fraudulentas un mecanismo penalizador similar al que tienen las prestaciones por desempleo. 

Sin menoscabar los derechos sociales, el elevado absentismo requiere un repaso en España. Puede, como asegura José de la Cavada, director de relaciones laborales de la patronal, que la normativa al respecto aún respire un hiperproteccionismo para los trabajadores propio del anterior régimen o que sean otras las razones. Lo que resulta innegable es que el dato de absentismo laboral influye de manera determinante a la hora de atraer inversiones y, con ellas, en la creación del tan necesario nuevo empleo.

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