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Mujeres e inmigrantes: la nueva fuerza laboral

7 millones de mujeres se han incorporado al mercado laboral desde 1978.

El género, el nivel de formación, la nacionalidad y la estructura de la economía. Son algunas de las variables que más han influido en la transformación del mercado laboral en España, más profunda de lo que parece al comparar la tasa de actividad, que en 1978 estaba en el 51% de la población mayor de 16 años y en la actualidad ha escalado hasta el 60%. Son apenas diez puntos de diferencia pero muy desigualmente distribuidos por sexos. Mientras la actividad femenina se ha doblado desde el 28% hasta el 53,4%, el porcentaje de hombres que trabajan o buscan trabajo ha disminuido nueve puntos, hasta el 67%. 

Las mujeres casadas han capitaneado la metamorfosis. Antes solo una de cada cinco formaba parte de la población activa; hoy son el 54%. “A mediados de los ochenta, las mujeres, por primera vez en la historia dejan de reproducir el ciclo vital de sus madres, que abandonaban el trabajo al casarse. Ahora, primero consolidan su formación y trayectoria profesional y después afrontan la maternidad”, asegura el demógrafo e investigador del CSIC, Julio Pérez Díaz.

Uno de los factores que provoca esa masiva incorporación laboral femenina, además de la revolución reproductiva, es su nivel de estudios. Y es que la formación es otro de los elementos que ha determinado la evolución del mercado de trabajo en un país en el que una cuarta parte de la población era analfabeta o carecía de estudios hace 35 años. Solo el 4% tenía título universitario, según las estadísticas de la OCDE. Hoy son el 30%.

Pero quizá uno de los vuelcos más notables en la estructura laboral es su composición por nacionalidades. En 1978 los extranjeros que trabajaban en España suponían el 0,3% del total; en 2012 se declararon activos más de 3,4 millones de inmigrantes, el 14,8% de la población activa.

5,4 millones de extranjeros tienen certificado de registro o tarjeta de residencia

El 17,5% de los menores de 20 años se declaran activos, frente al 51% de hace 35 años.

Con las tarjetas de identidad profesional expedidas a finales de los setenta, en España había 7.784 portugueses, 5.286 ingleses y 324 marroquíes, por citar las nacionalidades más numerosas. Con 918.000 certificados de registro o tarjetas de residencia, los rumanos encabezan hoy el ranking, seguidos de 869.000 marroquíes y 390.000 ecuatorianos. “España ha sido uno de los países del mundo que, en proporción a su tamaño, ha tenido una de las mayores intensidades inmigratorias de la historia”, calcula Pérez Díaz. El saldo migratorio, que empezó a ser positivo en 1999, superó las 600.000 personas anuales durante los años de la burbuja inmobiliaria.

España
ha sido uno de los países con mayor intensidad inmigratoria de la historia

La construcción fue el gran foco de atracción de la población extranjera, aunque entonces, como ahora, el sector servicios concentra el mayor volumen de empleo. A lo largo del periodo los trabajadores englobados en el sector terciario han pasado de representar el 40% de la población activa al 63,5% en 2012. Atrás quedó la España agraria, que en 1978 aún ocupaba al 19% de los trabajadores, frente al 4,5% actual, y la España del ladrillo, que en 2008 llegó a aglutinar al 12,6% de la población activa, el doble que ahora. En medio, la industria también ha reducido a la mitad el porcentaje de sus efectivos.

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