Un pacto que debe ampliarse a otras materias
Por fin. El Gobierno y el PSOE han cerrado un principio de acuerdo para defender una posición común en la cumbre de líderes de la Unión Europea, los días 27 y 28 de junio, al que se pueden sumar a lo largo de los próximos días, si así lo desean, los grupos políticos minoritarios del Congreso. UPyD podría sumarse, así como PNV y CiU, pero Izquierda Unida ya ha manifestado su desacuerdo con el pacto, por considerar que tal consenso compromete las posiciones que la Unión Europea quiere imponer a España y a todos los países con dificultades de crecimiento y cuentas públicas.
Si hay alguna materia en la que los dos grandes partidos que se alternan tradicionalmente en el poder no tienen excusa para mantener una posición común es la política comunitaria, puesto que afecta a los españoles sin distinción de intereses ideológicos de ningún tipo. De hecho, las autoridades financieras europeas siempre han exigido a los países que necesitaban el socorro financiero un consenso nacional sobre la materia, algo que en España ha sido imposible de lograr para el rescate de las cajas de ahorros. Como ejemplo sirva el de Portugal, país al que los socios europeos exigieron la firma mancomunada de los dos grandes partidos de las condiciones para aplicar el rescate. España está muy alejada de esas posiciones críticas, pero el camino estará más desbrozado si existe consenso político interno que si hay confrontación, y la confianza de los acreedores y de la inversión extranjera en general volverá antes a un país en el que todos reman en la misma dirección que a uno en el que la disputa es permanente. De forma paralela, la confianza interna también se recompone antes.
En España, ha sido un empeño personal de Rajoy y Rubalcaba –de Rubalcaba y Rajoy– el que haya una posición común para defender la aplicación rápida de la unión bancaria, así como la implementación de programas de estímulo a la actividad económica vía financiación a las pymes y desarrollo del programa de fomento del empleo juvenil. Lógicamente, este pacto inicial puede esconder un mecanismo de autodefensa de los partidos tradicionales ante la creciente desafección política de cada vez más abundantes masas de votantes, y de rescate de electorado tradicional de las opciones más centradas y pactistas. Pero tales temores pueden ser desterrados haciendo esfuerzos por ampliar los contenidos del pacto, prolongándolo a otras cuestiones vitales para la reconstrucción de la confianza de inversores y consumidores, básica para recuperar la economía. Aunque los primeros mensajes del PSOE son de oposición a la reforma de las pensiones, debería comprometerse en la negociación con el Gobierno en un asunto que genere sosiego tanto en los pensionistas como en los que van a serlo en la próxima década, así como recuperar una posición común en reforma financiera y mercado eléctrico.