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Editorial

La compleja ecuación de la recuperación

El proceso de desapalancamiento de empresas y familias en España ha echado a andar a buen ritmo. El saldo de deuda viva de los hogares españoles cayó en el mes de mayo un 4,8% respecto al mismo mes del año anterior y se sitúa así en niveles anteriores al estallido de la crisis económica. En el caso de las empresas no financieras, la caída ha sido todavía mayor, nada menos que un 10%, según los datos del Banco de España. El reto que asumen ambos –reducir su elevado nivel de endeudamiento– se ha visto impulsado por la severa restricción del crédito que impera en el sector financiero español. En el caso de las familias, tanto los préstamos al consumo como la deuda hipotecaria se han reducido respecto a 2012, mientras que en el de las empresas se explica, en parte, por el descenso de los préstamos de entidades de crédito residentes y de los préstamos titulizados fuera de balance. La durísima y obligada cura de austeridad que ha acometido el sector financiero español comienza así a tener efectos en el proceso de desapalancamiento de nuestra economía, condición imprescindible para poder sentar las bases del crecimiento. Precisamente ayer, la Comisión y el BCE destacaban que España ha cumplido prácticamente todas las condiciones exigidas como contraprestación al rescate bancario, pero advertían al Gobierno de la necesidad de mantener la “vigilancia” sobre la calidad de los activos de las entidades. Los peligros de los que advierte Europa son sobradamente conocidos: un elevado nivel de desempleo, la contracción de la actividad, la elevada deuda privada y exterior y el rápido aumento de la deuda pública. Por eso, reclaman al Gobierno que cumpla las recomendaciones de Bruselas, especialmente avanzar en una consolidación fiscal “gradual” de acuerdo con el nuevo calendario.

Sin duda, la necesidad de tutelar estrechamente el proceso de saneamiento del sector financiero es un elemento fundamental en el camino hacia la recuperación de la economía española. La reducción del endeudamiento privado es una muy buena noticia, porque supone una condición necesaria para sentar las bases del crecimiento. Como también lo son algunos otros signos de mejoría económica, como el comportamiento de las manufacturas, conocido también ayer, en la que supone la mejor lectura en dos años del índice PMI elaborado por Markit. Pero es igualmente necesario completar cuanto antes el proceso de recapitalización del sector financiero para que este pueda comenzar a realizar su función natural: la concesión de crédito. Todo ello exige completar cuanto antes el proceso de ajuste fiscal, pero también comenzar a apostar por una política que estimule –en lo posible– la actividad económica y permita volver a crear puestos de trabajo. Se trata de una compleja ecuación con más de una incógnita por despejar, pero cuya resolución no debe demorarse más.

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