La ambición petrolera de Brasil
Las ambiciones petroleras de Brasil elevan la presión sobre Petrobras. El gobierno subasta el mayor yacimiento de petróleo descubierto hasta la fecha en aguas profundas de Brasil, el campo de Libra. La intención es ayudar a revivir su objetivo de convertirse en un agente global. Petrobras tiene garantizada una participación del 30%. Sin embargo, el proyecto supondrá más deuda y gastos para la petrolera estatal, ya en apuros.
La puja pondrá de manifiesto su defectos. El proceso es un recordatorio de que la empresa es un rehén de la intromisión política. Eso incluye los pequeños detalles, como el adelanto de la subasta para adaptarse al programa de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.
Sin embargo, el impacto del gobierno sobre las finanzas de Petrobras debe inquietar a los inversores. La compañía ya se ha comprometido a un gasto de capital cercano a los 50.000 millones de dólares –una cifra inflada por la insistencia de Brasilia en fomentar las inversiones en refinerías que creen puestos de trabajo. Sus beneficios cayeron un 17% en el primer trimestre a cauda de las normas gubernamentales que obligan a la empresa a utilizar el equipo nacional más caro y a subvencionar el combustible a los consumidores brasileños.
Semejante intromisión también ha hecho mella en el balance general de Petrobras. Después de vender 11.000 millones de dólares en bonos a mediados de mayo, el gigante del petróleo tiene una deuda unos 100.000 millones de dólares. Eso es 10 veces más que su rival Exxon y viola su propia regla por la que la deuda no debe superar en dos veces y media a su Ebitda. La deuda de Exxon es poco más de una décima parte de su Ebitda.
Endeudarse más para cubrir los costes de Libra pondría en peligro el rating de su bonos. Aumentar el capital social perjudicaría a los accionistas. Además, Petrobras tiene más proyectos de los que puede manejar. Libra debería ser una gran oportunidad para Petrobras, pero los inversores pueden considerar que los recursos de la compañía son insuficientes.