Laboral y finanzas se comen a mercantil
Los días de vino y rosas forman parte del pasado. No son ajenos al difícil momento que atraviesan la mayoría de sectores en España. “Los despachos de abogados tenemos una exposición a la crisis enorme”, advierte Juan Jiménez-Laiglesia, co-socio director de España de DLA Piper. Esto les ha hecho tener que reconducir su hoja de ruta. “Es difícil que haya una vuelta a la normalidad, ahora hay una new normalidad, una actividad económica pausada, con incrementos de facturación y de beneficios muy moderados, salvo por incorporación de nuevas prácticas”, señala Manuel Martín, socio director de Gómez Acebo & Pombo.
Conviene aclarar que la crisis no afecta a todos los despachos por igual. El tamaño importa. Los grandes bufetes tienen margen de maniobra y estructura para ofrecer a los clientes un servicio global, “podemos solventar cosas con cierto desahogo, como ayudar a las empresas en su camino fuera de España, ya que si miramos el ebitda de la mayoría de las compañías del Ibex, vemos que la mayor parte de su beneficio de explotación se produce fuera”, apunta Jiménez-Laiglesia. Y los pequeños despachos cuentan a su favor con una mayor flexibilidad y capacidad para especializarse o, en algunos casos, embarcarse en aventuras internacionales. “Sería difícil de entender que toda la sociedad cam biara profundamente y que los abogados no lo hicié ramos. Estamos ante algo más que una crisis económica, todo esto es la consecuencia de un cambio de era, del movimiento de poder hacia la zona Pacífico”, explica Manuel Camas, socio director de Gaona Abogados, despacho que cuenta con 30 profesionales en España y 13 en Perú, donde recientemente ha abierto oficina.
“Queremos tener instalaciones propias en lugares estratégicos, como Londres o China, para ayudar a las empresas españolas en su proceso de internacionalización. “Hemos apostado por el derecho virtual, por ofrecer un servicio de consulta online, un sistema que en menos de 72 horas dé respuesta al cliente, generando una herramienta informática para que todos los clientes puedan ver sus expedientes paso a paso”, agrega este abogado. La cercanía es un plus. El cliente necesita, ahora más que nunca, saber que tiene abogado de cabecera.
Lo que sí advierten los abogados consultados para este reportaje es que trabajo tienen, y mucho, pero sí ha habido “una deflación en los precios y cuesta más llegar a obtener los resultados deseados”, asegura un portavoz de Cuatrecasas, donde trabajan 1.300 personas, y que destaca las áreas de laboral, debido a los numerosos expedientes de regulación de empleo que están aplicando las empresas en España, y de litigación (en temas bancarios y concursal) como las que más crecen en estos momentos. “En otras áreas ha habido que reenfocar el servicio, ya que siempre surgen otras necesidades”, añade este abogado, que prefiere que su nombre no aparezca en el repor taje. Y cita como gran alivio las operaciones que se demandan en el exterior, sobre todo en China o de empresas chinas en España.
Manuel Martín, socio director de Gómez Acebo & Pombo, resalta algunas de las medidas que está aplicando el sector para afrontar el momento. “En primer lugar, una reducción de costes, un aumento de la eficiencia, renegociación de arrendamientos, contratos, ajustes de personal...”. Como también un incremento del nivel de ocupación de los socios. O lo que es lo mismo: “Trabajar más por menos, ya que todo ha de estar ligado a la productividad y a la competitividad”, indica Martín, que pone sobre la mesa el factor creativo de los despachos para diseñar fórmulas alternativas en cuanto a fijación de honorarios, de manera que una parte esté ligado a la operación que se realice. “También es importante un mayor control del trabajo en curso y una mejora del periodo medio de cobro”, recomienda este abogado. En su opinión, las áreas de mayor crecimiento son las de laboral, fiscal y Derecho público, en temas energéticos y medioambientales. En cambio, mercantil o corporate son las que más se resienten.
Negociaciones judicializadas
“El negocio en laboral se ha multiplicado por dos debido a las negociaciones colectivas y reestructuraciones de los últimos cuatro o cinco años, que están muy judicializadas”, explica Juan Jiménez-Laiglesia, co-socio director de DLA Piper, que cuenta con 13 personas, entre abogados y economistas, para el área de reestructuración, de los 90 letrados que componen la plantilla. “Finanzas también ha crecido, debido a que la mayor parte de los contratos antiguos que tienen las empresas tienen que refinanciarse”, señala.
Y destaca algunas áreas, como corporate, que se han reconvertido, ya que en estos momentos no hay en marcha grandes operaciones empresariales, aunque sí existe un cambio de demanda por parte de fondos de inversión estadounidenses y europeos. También hay negocio en temas de propiedad intelectual. “La clave está en anticiparse. Somos un despacho joven, tan solo llevamos siete años, somos flexibles y tene mos pocas ataduras”, añade Jiménez-Laiglesia. En su opinión, el reto que tienen los despachos por delante para hacer frente a la caída de precios es precisamente hacer una oferta y asesoramiento al cliente más flexible. Porque “ya no creceremos al 20%, ahora lo estamos haciendo al 8% y tenemos que reinventarnos, como lo hacen otros sectores”.
De reinvención también habla Carlos Pavón, director jurídico del departamento concursal de Iure Abogados. “El que abarque todo no va a poder ofrecer un servicio de calidad, hay que apostar por la especialización y ser honesto con el cliente”. Y alega que hasta hace bien poco los despachos más punteros, debido al crecimiento económico, eran los que se dedicaban a operaciones. “Mercantil es lo que ha tirado de los bufetes, pero eso se ha venido abajo porque ahora lo que hay que reforzar es el área concursal y la de reestructuraciones”, opina.
Otro de los objetivos es incorporar más competencias, “ya que lo que tenemos que conseguir es que el cliente no muera por el camino, hay que conseguir su continuidad”, afirma Pavón, que cuenta con una decena de abogados repartidos en dos oficinas. Y recuerda que la profesión de abogado se parece a la de médico, en cuanto a que el cliente necesita cada vez más a un especialista a su lado.
Lo cierto es que la crisis ha hecho madurar a muchos. Se valora cada vez más la calidad del tiempo. “Y se nos exige que los trabajos que realizamos tengan un gran valor añadido porque las empresas externalizan todo aquello a lo que no pueden llegar”, asegura el portavoz de Cuatrecasas.
Porque ¿cuánto tiempo más se seguirá en esta situación? “Toda la vida”, responde el abogado de DLA Piper, que rememora sus comienzos en un pequeño despacho, visualizando un nicho en Derecho de competencia. “Vivimos una épo ca de ilusión, miedo y frío”, considera Jiménez-Laiglesia. Y aconseja tener siempre un plan alternativo. Porque el que sufre es aquel que solo tiene una idea. “Siempre hay que tener un plan B”.