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Editorial

Una cartera industrial bien vendida

Tras un primer impulso que trajo consigo el cierre de varias operaciones, el proceso de venta de activos industriales de la banca nacionalizada ha bajado de ritmo. Las desinversiones efectuadas hasta ahora forman parte del plan de reestructuración aprobado por Bruselas y son obligatorias, como también resulta obligado el que se efectúen en el plazo de cuatro años que exige la Comisión Europea. Sin embargo, y como no puede ser de otra forma, ni el precio ni las condiciones bajo las que deben cerrarse esas ventas dependen de la CE. Hasta el momento, Novagalicia ha deshecho ya varias posiciones fuertes, la cartera de Banco de Valencia ha sido traspasada a CaixaBank, Catalunya Bank se ha retirado de Gas Natural y Bankia ha cerrado algunas ventas de menor entidad. Tras ese empujón inicial, la estrategia se ha modificado y las entidades parecen decididas a apurar el plazo dado por Bruselas. Su objetivo: maximizar la rentabilidad obtenida con la venta de las carteras.

No es el único motivo. El cambio de ritmo se atribuye también a la decisión del Ministerio de Economía de agrupar a las entidades en un holding de banca pública liderado, a priori, por el equipo gestor de Bankia. La misión de ese equipo será optimizar a través de una gestión conjunta el proceso de venta de las participadas.

Más allá de cuál sea la razón que explique mejor la ralentización del proceso, la venta de la cartera industrial de la banca española nacionalizada es una decisión de suficiente calado como para someterla a las dosis de estrategia y prudencia habituales en las operaciones de desinversión. Bankia, Novagalicia, Catalunya Banc y Banco de Valencia, que el pasado diciembre recibieron ayudas por valor de casi 37.000 millones del rescate europeo, tienen ante sí la tarea de vender sus carteras y de hacerlo de forma eficiente y capaz.

Hasta ahora, la entidad con mayor fortaleza en posiciones industriales –Bankia– ha sido la que ha acometido el proceso con mayor prudencia, mientras que Novagalicia se ha convertido en la más proactiva a la hora de impulsar las operaciones. Sin embargo, todo apunta a que a partir de este momento todas las ventas tratarán de gestionarse bajo los criterios de máxima rentabilidad y con estrategias que optimicen los movimientos de desinversión. En ese marco, el plan de Economía de impulsar la creación de un holding de banca pública para gestionar conjuntamente las operaciones puede constituir un instrumento clave para alcanzar ese objetivo. Un proceso que debe completarse no solo bajo criterios de eficiencia y rentabilidad, sino también sometido a unas exigentes pautas de supervisión, control y transparencia.

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