Nomura remonta gracias a Tokio
Nomura ha pasado casi cinco años intentando escapar de Japón. Así que resulta irónico que los mejores resultados anuales del banco de inversión desde 2007 hayan sido impulsados por la recuperación del país. Sin embargo, como sucedió con el renacimiento económico de Japón, las esperanzas de los inversores van por delante de la realidad.
Los ingresos de la división minorista de Nomura en los tres primeros meses de 2013 fueron un 50% mayores que en el mismo periodo de 2012, ya que los inversores se lanzaron a la compra de acciones y fondos de inversión. La recuperación de la banca mayorista de Nomura también ha tenido un matiz nacional. Los ingresos procedentes de Japón fueron más del doble que el mismo período del año pasado, y represetaron casi la mitad de los ingresos totales de la división. Sus negocios en América se mantuvieron, mientras que los de Europa y el resto de Asia fueron los más rezagados.
Por otra parte, el ratio de recursos de primera categoría de Nomura (Tier 1) era a finales de marzo del 11,7%. El problema de Nomura es conseguir que ese capital genere beneficios. El rendimiento sobre su patrimonio en todo el año se quedó en un mediocre 4,9%, lo que implica que todavía está destruyendo valor.
Sus ganancias deberían mejorar de nuevo el año que viene dado que estos beneficios se deben a la aplicación de un programa de reducción de costes por valor de mil millones dólares –sin contar los gastos ocasionados por las indemnizaciones a los empleados despedidos. Aun así, se enfrenta a varios riesgos. La preocupación más inmediata es que las políticas del primer ministro nipón, Shinzo Abe, no logren reactivar la economía, o que los logros de su administración sean tan efímeros como los de muchos de sus predecesores. Mientras tanto, los ingresos de renta fija de Nomura sieguirán dependiendo de que el banco central continúe imprimiendo dinero y dando vida a los mercados de bonos.
Las acciones de Nomura, cuyo valor se ha doblado desde que Abe fuera elegido a mediados de diciembre, cotizan aproximadamente a 1,3 veces el valor contable de la entidad, lo que deja poco espacio a la decepción.