La zona euro, el gran enfermo de la crisis mundial
El mercado descarta ya la desaparición de la zona euro El FMI reclama avanzar en la unión fiscal y bancaria
El empeoramiento de las previsiones de abril del FMI respecto a las estimaciones anteriores ha sido generalizado. Todos los países avanzados y también los emergentes han visto como el organismo internacional rebajaba sus perspectivas económicas. Sin embargo, la zona euro es el único gran actor económico que registrará, nuevamente, un descenso de la actividad. Estados Unidos, Japón, Reino Unido, los países emergentes de Asia o Latinoamérica, en mayor o menor medida, registrarán una avance económico.
La zona euro, en cambio, registrará una caída del PIBdel 0,3%, un descenso que se suma al registrado ya al ejercicio anterior. Los dos años de recesión, en principio, acabarán en 2014, cuando la economía europea volverá a avanzar un 1,1%, el menor incremento de todas las economías avanzadas y de los países emergentes. El FMI ya advirtió que un exceso de austeridad y de ajustes podría afectar al crecimiento y recomendó que se ofreciera un mayor margen fiscal para que la obligación de rebajar el déficit, especialmente en los países de la periferia, no lastrara en exceso la actividad.
El crédito sigue sin fluir
En su informe, el organismo que dirige Christine Lagarde, que en octubre del año anterior defendía que la zona euro crecería este año, constata y celebra que el mercado ya descarte la posibilidad de la desaparición de la zona euro. Recuerda que los mecanismos de estabilidad presupuestaria, la refinanciación de la deuda griega o el acuerdo para crear un supervisor único, que todavía no está operativo, ha incrementado la confianza. Aun así, alerta de que el crédito sigue sin llegar al sector privado en países como España. Y señala que la necesidad de mejorar los balances privados y públicos supone un obstáculo para alcanzar la recuperación.
El FMI apunta que “el ritmo de ajuste fiscal debe ser creíble, con objetivos estructurales y no nominales”. Para el organismo internacional, la promesa del BCE de comprar deuda de países rescatados puede ser insuficiente para mantener bajos los diferenciales. Así, el fondo apuesta por acelerar la puesta en marcha del supervisor único para la banca y la creación de un mecanismo europeo de liquidación de bancos. También insiste en reclamar una mayor homogeneización y unión fiscal.
Si bien la zona euro será la única gran economía que se mantendrá en recesión, la situación en Estados Unidos también es preocupante en la medida en que el FMI prevé un débil incremento del PIB del 1,9%, dos décimas por debajo que en la estimación de enero. Como en anteriores ocasiones, el Fondo Monetario alerta del efecto pernicioso a nivel mundial que tendría la incapacidad de EE UU para aumentar el techo de la deuda, una acción “autodestructiva” y que el FMIconsidera improbable.
Japón se encuentra en una situación similar a la estadounidense y su economía avanzará un débil 0,7%. China, por su parte, se mantendrá lejos de los dos dígitos y su PIB crecerá un 8%, una décima menos que en las previsiones anteriores. La revisión a la baja también ha afectado a Latinoamérica. Brasil ha visto como sus previsiones empeoraban y el FMIahora cree que el gigante de América del Sur crecerá un 3% en lugar del 3,5%. La economía mundial, lastrada por Europa y una leve aportación de Estados Unidos, avanzará un 3,3% este año y crecerá un 4% el siguiente.
Draghi exige sanciones para los que incumplan
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, abogó ante el pleno de la Eurocámara por aplicar “de forma contundente” las sanciones contra los países que tienen déficits excesivos, como España, por considerar que se trata de una prueba para la “credibilidad” de la eurozona.
A pesar de la presión del Gobierno español, Draghi insistió en que el organismo monetario no puede reparar los mecanismos de transmisión de la política monetaria en solitario y mandó un mensaje: “los Estados miembros deben hacer su parte”, especialmente con reformas para acabar con la “rigidez” en la fijación de salarios. Apostó por obligar a los Estados a firmar “contratos de reformas” en los que se comprometan a aplicarlas “en plazos específicos”.