España tiene algo muy gordo
El diagnóstico de la Comisión Europea sobre el mercado laboral en España suena así: "presenta un riesgo creciente de histéresis". A oídos profanos, el término evoca una grave enfermedad. Y la teoría económica confirma ese estremecedor presagio.
La mera presencia de una palabra como histéresis dispara las alarmas porque los documentos de la Comisión suelen estar escritos en globisch, ese pastiche inglés que no tiene nada que ver con la riqueza del idioma de Orwell pero que permite entenderse en cualquier lugar del planeta salvo en Gran Bretaña.
"La histéresis es la tendencia de un material a conservar una de sus propiedades", define la Wikipedia. Pero en la jerga de los economistas el término se puso en boga hace más de 20 años para describir, entre otros, el peligroso fenómeno de la inflación endémica.
Algunos países se "acostumbraron" entonces a vivir con índices de inflación de dos dígitos, en una espiral de aumentos de precios y salarios que minaba sin cesar la salud de la economía.
El departamento de Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Económicos, teme que España esté sufriendo la misma enfermedad pero en el ámbito laboral. Y en su último informe sobre los desequilibrios del país (publicado el pasado miércoles) advierte del peligro de una tasa de paro en los niveles actuales que "en el cuarto trimestre de 2012 fue del 26% y se espera que siga aumentando en 2013".
La CE y el Banco Central Europeo reclaman un tratamiento más radical para reanimar al paciente. Y exigen recortes de gasto estructural (definitivas) y drásticas medidas de liberalización de la economía para terminar con los feudos empresariales y comerciales que frenan la competencia.
Sin ese tipo de sacudida, asegura la CE, España seguirá arrastrándose por una recesión que desembocará en una alicaída recuperación. La economía española, según Bruselas, perderá potencial de crecimiento.
Quizá la CE se equivoque, como ya ha ocurrido en otros países. Pero si acierta, la tasa de paro española, que hasta ahora se calificaba como "insoportables", pasará a tener la espantosa etiqueta de "inevitable".
Imagen: Conversión del Duque de Gandía, de José Moreno Carbonero, en el museo de El Prado (la difunta es la esposa de Carlos V, Isabel de Portugal).