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Secretos de despacho

El alma optimista de Nice Things

Paloma Santaolalla dirige esta firma inspirada en la moda francesa

Alfonso Simón Ruiz

Este es el proyecto de vida de mi marido y mío, con nuestra alma”. Así explica Paloma Santaolalla (Madrid, 1956) la base de la marca barcelonesa Nice Things, que crece como la espuma en España y en el exterior. Su éxito está sobrepasando las fronteras, sobre todo en Francia, donde se encuentra en pleno plan de expansión y ya cuenta con nueve tiendas.

Santaolalla y Miquel Lanna (fallecido hace menos de un año) comenzaron su incursión en la moda con la marca Globe, que en los ochenta y primeros noventa tuvo cierto éxito. Lo vendieron al grupo portugués LV Trade en 1994. Y en 1995 crearon Nice Things. “Queríamos hacer algo más pequeñito, que representase nuestra manera de entender la moda”, relata Santaolalla. “El nombre define nuestro espíritu de prendas con alma, algo que se puede percibir en las tiendas, un mensaje optimista. Es una forma de ser, de trabajar, una ética de empresa que para mí es fundamental que se transmita en el equipo. Quien llega aquí ve que hay algo distinto. Es una cultura”.

Su ética en el trabajo la define como “el predominio de la ilusión, el esfuerzo, la solidaridad, la integridad y sobre todo la empatía, también con los clientes”, refiere pausadamente, casi sin preguntas, como una convicción que tiene clara y dando la impresión de que va más allá de un discurso preparado. “La gente aquí ve que se respira una atmósfera especial, de cuidado de los detalles, amando el producto y lo que hacemos”. Eso también incluye a sus proveedores en Asia, fundamentalmente de India. “No nos movemos en tierras turbulentas. Somos muy prudentes y les conocemos desde hace mucho”, asegura.

Santaolalla es el alma creativa de la firma, que cuenta con 1.500 puntos de venta, 23 tiendas propias y una facturación de 24 millones de euros en 2012. Sigue siendo ella quien aporta el estilo para las colecciones. “Yo tengo la visión sobre lo que se va a llevar y mis propias ideas de estética, que pueden surgir de cualquier cosa que vea por la calle. Mi inspiración es la vida”, explica. “Sueño con prendas maravillosas que cuando me despierto no las recuerdo. Esto es mi pasión”, confiesa. “Huyo de la moda disfraz y exagerada y que solo sirve para una vez”, describe; su estilo es “muy femenino, de sentirte cómoda, un producto muy francés”.

De hecho, la historia personal de Santaolalla ha marcado su forma de entender la moda. Madrileña por accidente, vivió y se crió en San Sebastián. Se educó en el gusto de su madre por la moda gala. “Íbamos a comprar ropa a Biarritz, a San Juan de Luz y a París. He mamado la cultura francesa”. Recuerda a su madre como una dama elegante, que abrió una boutique de prendas infantiles en Donosti y que le marcó sin querer el camino. Una senda que continúa su hija. Recién acabados los estudios universitarios, Paloma Lanna se ha incorporado a la firma, dirigiendo el futuro de la tienda online o mimando sus propios catálogos de las colecciones (donde aparecen clientas como modelos).

Alrededor de Santaolalla casi todas son féminas. “Creo mucho en el potencial de la mujer”. Solo un hombre, exprofesor de Esade, pertenece al comité de dirección como director general, sustituyendo en parte el papel que Miquel Lanna asumía con los números de la empresa. “Confío mucho en él. Me ha costado muchísimo encontrar una persona honesta”.

La fundadora ya no acude tantas horas a la oficina. Tras la enfermedad y fallecimiento de su marido se toma el trabajo de otra forma, pero asegura que no desconecta nunca. “Llevo el iPad a todas partes. Ahí llevo todas las revistas y todo lo que necesito. Hago yoga. Y viajo mucho. A Asia a ver proveedores, a nuestras tiendas y a hacer shopping”, dice. “El día a día ya no me incumbe. Yo debo tener más visión”.

Un diario muy especial

Entrar en las oficinas de Nice Things es hacerlo en un ecosistema muy particular, a semejanza de sus tiendas. Da la bienvenida una pared con fotos familiares en blanco y negro y con objetos curiosos rescatados de mercadillos de cualquier parte del mundo. Un esquema que se repite en las boutiques, que muestran curiosidades únicas, incluidas fotos familiares.

La madera es la base de decoración en la oficina, salpicada del color de las prendas y el desorden propio de un lugar donde viajan y llegan cajas de ropa. El escritorio de Santaolalla está hecho de largos listones de madera, una mesa vieja “con alma, vivida”, cuenta. Igual que el armario de cajones a la izquierda, de anticuario, y que le ha acompañado desde 1983. Ella no utiliza ordenador, solo el iPad.

La mesa está pegada a un ventanal que da a un gran patio típico del Ensanche barcelonés, un jardín que comparte con la colindante Pedrera de Gaudí. El edificio es un histórico del paseo de Gràcia, del arquitecto Antoni Rovira i Rabassa, de portal y escaleras imponentes y que en sus bajos acoge a la emblemática tienda de diseño Vinçon.

En su mesa reposan varios objetos que le han servido de inspiración, como novios de tarta de boda, un ciervo comprado en Tokio y el diario de su madre, que descubrió cuando murió. “Me acompaña cada día. Me encanta releer su vida cuando ella tenía 14 años, en 1948”.

Sobre la firma

Alfonso Simón Ruiz
Graduado en Economía y máster de Periodismo UAM / EL País. En Cinco Días desde 2007. Redactor especializado en información empresarial, especialmente sobre el mercado inmobiliario, operaciones urbanísticas y, también, sobre la industria farmacéutica y compañías sanitarias.

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