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Editorial

La gran empresa insufla optimismo

La radiografía sobre la economía española que dibuja el tercer informe del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), presentado ayer en Madrid, marca un claro cambio de signo en la evolución de la actividad en nuestro país. Las conclusiones de los expertos del CEC –un organismo que aglutina a 15 de las mayores empresas españolas y al Instituto de Empresa Familiar– auguran que España volverá a crecer a finales de año y que esa mejora –cifrada en un 0,3% del PIB– se trasladará de forma efectiva al empleo durante la primera mitad de 2014. El informe explica el repunte gracias a dos grandes factores: los efectos sobre la competitividad que está produciendo la agenda reformista del Gobierno y el alejamiento de los vientos de ruptura que han golpeado en los últimos tiempos la moneda única. Como recordó durante la presentación César Alierta, presidente de Telefónica y del CEC, las perspectivas de la economía española han cambiado sustancialmente en poco más de un año. “Las dudas se están disipando y ha llegado la hora de mirar claramente con optimismo al futuro. España es un país de oportunidades”, resumió ayer Alierta. Un diagnóstico optimista que coincide con el realizado por algunos organismos internacionales. Es el caso del FMI, cuyo último informe económico sostiene que a partir de 2013 el crecimiento de España estará por encima del de algunos de sus vecinos europeos.

Pese a que el camino que resta para dejar atrás con holgura esta larga y devastadora crisis requiere importantes dosis de tesón y esfuerzo, las constantes vitales de nuestra economía permiten por primera vez atisbar claramente una línea de meta. España ha realizado un durísimo y sacrificado ajuste –histórico tanto en alcance como en intensidad– que ha tenido un alto precio, pero que comienza a dar frutos. Como señalan los expertos que han realizado el análisis del CEC, la catarsis reformista que ha vivido la economía española, unida a la calma sobrevenida en los mercados tras la intervención del Banco Central Europeo, han cambiado no solo la percepción externa de nuestro país, sino también su futuro económico a corto plazo. Esa senda de ascetismo autoimpuesta y soportada –no puede olvidarse– por el conjunto de los españoles está colocando a nuestra economía en condiciones de competir en los próximos años. Factores como la mejora de la competitividad o la caída de los costes salariales han sido ya percibidos por empresas extranjeras –es el caso, por ejemplo, de Renault– y nos permiten situarnos como un país capaz de ofrecer oportunidades. Se trata de un esfuerzo lento y sostenido, que debe ser liderado por el sector privado, pero facilitado y apoyado por un sector público ágil y saneado.

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