Máximos en Wall Street que dan vértigo
Parte del mercado cree que Wall Street avanza sedada gracias a la liquidez de Bernanke La economía de EEUU aún es débil pero hay clara mejoría en la demanda privada
El índice Dow Jones batió esta semana su récord histórico y conquistó territorios que no pisaba desde la quiebra de Lehman Brothers. La Bolsa neoyorquina se ha sacudido así del lastre que aún pesa sobre el mercado europeo, en el que solo el Dax alemán está muy próximo a haber digerido los estragos del estallido subprime. Pero el récord de esta semana llega con euforia contenida, ensombrecida por las dudas de parte del mercado, que no termina de ver un fundamento sólido en el avance bursátil de Wall Street, con base en una clara recuperación económica, y apunta en cambio a un alza quizá tutelada en exceso por la inyección de liquidez inagotable de la Reserva Federal.
El mercado coincide de forma unánime en que Ben Bernanke, presidente de la Fed, está detrás de la remontada de Wall Street, del mismo modo que en Europa el motor de los avances ininterrumpidos desde el pasado mes de agosto es el mensaje lanzado por Mario Draghi de hacer todo lo necesario en favor de la supervivencia del euro. El debate sobre la fortaleza y sostenibilidad del avance bursátil surge al analizar si más allá de los estímulos de la Reserva Federal, la situación de la economía estadounidense da argumentos para apostar por nuevas subidas. Después de todo, la Fed ha inyectado 2,5 billones de dólares (1,93 billones de euros) en la economía del país, a un ritmo de 85.000 millones de dólares (65.890 millones de euros) al mes, una avalancha de liquidez “que ha comprado varios miles de puntos de cotización del Dow Jones desde marzo de 2009”, señalan desde IG Markets.
La dependencia de Wall Street de esos estímulos quedó de manifiesto tras conocerse las actas de la reunión de enero de la Reserva Federal, en que se debatió abiertamente sobre los riesgos –y las pérdidas– que podría ocasionar al balance de la Fed el fin de los actuales programas de estímulo. “El tamaño del balance podría reducir la capacidad del Comité para abandonar apropiadamente la actual política monetaria tan expansiva”, advirtió recientemente en un discurso James Bullard, presidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis y miembro con derecho a voto de la Fed. Y una vez abierto el debate, que provocó inevitablemente el sobresalto del mercado, Bernanke se apresuró a insistir en el compromiso de la Reserva Federal de prolongar los estímulos y de mantener una política expansiva en la línea conocida hasta ahora mientras la tasa de desempleo no descienda del 6,5%. El dato actual es del 7,7%, según la cifra de febrero publicada el viernes y mejor al 7,9% que esperaba el mercado, en línea con el mes anterior.
Una remontada bursátil que va por barrios
La composición de los índices resulta un factor determinante a la hora de establecer la conexión de un mercado bursátil con la realidad económica de un país. El Ibex, dominado por la banca, ha sufrido con gran intensidad los rigores del pinchazo inmobiliario y de la profunda reestructuración del sistema financiero y cotiza todavía a un 85% de su récord histórico, alcanzado en noviembre del año 2007. En cambio, en el Dow Jones, que esta semana logró purgar el impacto de la quiebra de Lehman, el peso de la banca se diluye en favor de grandes valores ajenos a las finanzas como IBM, Chevron o McDonalds, de modo que su avance bursátil contribuye en mayor medida a la recuperación del conjunto del índice. Así, el gigante tecnológico ha triplicado con creces su valor en Bolsa desde sus mínimos de la crisis, registrados en el mes de noviembre de 2008. “Otro tanto sucede con el Dax, que refleja en mayor medida el pulso de la economía global gracias al peso de las compañías exportadoras”, señala Gonzalo Lardiés, gestor de Banco Madrid.
“Estados Unidos es nuestro mercado favorito, lo va a seguir haciendo bien en esta primera mitad del año”, explica Rosa Duce, economista jefe del Centro de Inversiones de Deutsche Bank en España, para quien la clave está en que el mercado conozca con claridad cuál será el calendario de retirada de estímulos de la Fed. “Creemos que a finales de este año dejará de inyectar dinero, aunque los tipos se mantengan cercanos a cero hasta 2015. Lo realmente importante para los inversores es el ritmo con que Bernanke irá retirando la liquidez”, añade. En definitiva, se trata de no pillar por sorpresa al mercado aunque la previsión obvia es que los estímulos deberán retirarse a medida que avance la recuperación económica. Por otra parte, la mejor noticia que puedan recibir los inversores.
Para Patricia Alonso, analista de mercados internacionales de Norbolsa, “hay más motivos que la actuación de la Fed que explican el buen comportamiento de las empresas estadounidenses en Bolsa”. Y sostiene que “las compañías se encuentran muy saneadas desde el punto de vista financiero, se benefician de la mejora macroeconómica a nivel global, tienen acceso a unos costes financieros y energéticos más bajos que sus competidores europeos y, además, su demanda interna también presenta buenas perspectivas”. Estos son los argumentos que, según Alonso, compensarían el hecho de que la economía de Estados Unidos podría registrar un crecimiento de “solo” el 1,6% por el impacto de las medidas fiscales: las subidas impositivas del fiscal cliff y los recortes de gasto impuestos por el denominado “secuestro fiscal” que ha entrado en vigor en marzo.
De hecho, la tutela que ejerce la Fed sobre la recuperación económica está sirviendo para que haya quedado en segundo plano el recorte del gasto presupuestario en Estados Unidos –una vez más ante la falta de acuerdo entre republicanos y demócratas– por un total de 85.000 millones de dólares (65.890 millones de euros) en 2013, equivalente al 0,5% del PIB. “El gasto en defensa y el gasto discrecional de la administración probablemente se ven afectados, pero los inversores podrían encontrar alivio en el hecho de que, una vez resuelta la cuestión del secuestro fiscal, no se prevén otras grandes crisis de política económica antes de las próximas elecciones. Además, la demanda industrial privada se está recuperando y los proyectos de infraestructuras ya aprobados deberían estimular la economía en el segundo semestre del año”, sostiene Aditya Khowala, gestor de carteras de Bolsa estadounidense de Fidelity.
En el lado de quienes advierten del impacto que el secuestro fiscal tendrá en el PIB estadounidense aparece Goldman Sachs. Prevé un alza del PIB en el primer trimestre del 2,6%, previo a ese impacto, que se reducirá después al 1,5% en el segundo trimestre y al 2% en el tercero, para finalizar el último trimestre del año con un crecimiento económico del 2,5%. Y pese a que estas previsiones son la envidia de la zona euro, Goldman infrapondera la renta variable estadounidense. “Ya se ha recuperado con fuerza de la crisis financiera, el crecimiento económico permanece débil en términos absolutos y es la única región en la que nuestras previsiones de resultados empresariales están significativamente por debajo del consenso”, explica la firma.
Para Gonzalo Lardiés, gestor bursátil de Banco Madrid, “Wall Street no está reflejando fielmente la situación de fondo de la economía”. Y advierte de la fragilidad de unas subidas que “no están sostenidas en los fundamentales” y que se explican en buena parte “porque los participantes del mercado van a muy corto plazo”.
Algunos ya le ven las orejas al lobo. Los niveles actuales asustan y cada vez más son los inversores que buscarán recoger beneficios tras las subidas, solo hace falta un detonante, añade IG Markets, que asegura que el 85% de sus clientes con posiciones en el Dow Jones, está corto.