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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nada se ha conseguido

Los precios de la vivienda en China son demasiado elevados y los ingresos por tasas demasiado escasos. ¿Qué mejor manera de atajar ambos problemas que aplicando tasas a las propiedades inmobiliarias? El Gobierno chino ha prometido imponer esa leva sobre los propietarios de viviendas. Esto hará bajar el precio de las acciones de los promotores, pero es improbable que ocurra lo mismo con el valor de los inmuebles.

Para los gobiernos locales, una ganancia del 20% en impuestos será muy bienvenida. Solían ganar hasta un 40% por la venta de terrenos, pero el freno del Gobierno el año pasado a las ventas de propiedades redujeron las ventas totales de tierra en un 16,7%. El problema es serio. Credit Suisse calculó el pasado verano que mientras los ingresos disponibles se multiplicaban por ocho entre 2007 y 2011 en Beijing y Shanghai, los precios de las casas lo hacían por 23. En las ciudades de segundo nivel el ratio es menor, pero no menos preocupante.

La tasa del Gobierno chino puede que no haga mucho para solucionarlo. En una economía más desarrollada, un inversor desviaría su dinero a acciones o lo dejaría en el banco antes de afrontar un impuesto del 20% por tener propiedades inmobiliarias. Pero en China los mercados de riesgo tampoco son muy atractivos todavía. Incluso una ganancia frustrada de los bienes inmuebles supera a las ganancias impredecibles de los valores. Y lo mismo para los actuales propietarios de viviendas, que se ven perjudicados por un impuesto sobre las propiedades, haciendo que estas sean menos fáciles de vender ahora que los precios suben. Un mercado menos líquido es lo último que necesita China. El problema no es que los compradores estén rifándose las casas, sino que se están haciendo con las propiedades vacantes, aumentando la demanda de lo que queda.

La llave no es la tasa, es poner freno al crecimiento del dinero. Una tasa sobre las ganancias puede agobiar a los promotores, que se fiarán de los volúmenes de transacción para manejar sus rentas. Solo el exceso monetario no oficial, atractivo para los inversores, podrá devolver a los precios de las casas de vuelta a la tierra.

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