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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estabilizar la economía para recuperarla

El juego de futuribles en el que se enredan Gobiernos, expertos autodidactas e instituciones económicas de todo rango termina siempre ganándolo el tiempo. En 2012 el escenario de circunstancias financieras aflorado hasta la primavera echó tal pesimismo sobre las previsiones que nadie esperaba una contracción que no rondase el 2% para la economía española, y finalmente, según la primera estimación del siempre atinado servicio de estudios del Banco de España, la caída interanual del PIB se ha limitado al 1,3%. El Gobierno, que aportaba la menos alarmista de las estimaciones, ha sido incluso desbordado positivamente pese a que las medidas de reducción de gasto público y la subida de los impuestos han cercenado como nunca lo habían hecho en la historia reciente la renta disponible de los hogares.

Cierto es que en el cuarto trimestre del año se ha intensificado la caída del PIB porque lo ha hecho en parecida proporción el empleo asalariado, tanto en el sector privado como en el público. Pero se antoja desproporcionada la caída del producto registrada para una debacle como la contabilizada en el empleo en 2012 en general, y en sus últimos meses, en particular. Hoy dará a conocer Estadística cómo ha evolucionado el empleo y, salvo sorpresa, podrían superarse los seis millones de parados, con una pérdida interanual de ocupación del 4,5%, tres veces más que el PIB.

Este acelerado ajuste, más intenso en la fuerza laboral que en la producción, se mantendrá en 2013 a juzgar por las estimaciones del propio Gobierno y que ayer el Fondo Monetario Internacional ha actualizado con un punto adicional de pesimismo. Según tales números, España seguirá en recesión, con caída del PIB del 1,5% este año, lo que supone alejar aún unos cuantos trimestres la estabilización de la economía. No obstante, como en 2012, en el que ha modificado varias veces su estimación, habrá que esperar al término del año para comprobarlo.

Este ejercicio, exento como parece que estará de nuevas medidas de ajuste de gasto público y subidas de impuestos, los motores de la demanda interna se estabilizarán antes, sobre todo si se tiene en cuenta que el empleo privado habría agotado su ajuste. Más dudas hay, eso sí, con el momento y la intensidad de la recuperación, porque depende de más cosas que aquellas que están en manos de los propios agentes económicos. Dependerá de que el Gobierno mantenga la agenda reformista, de que Europa siga firme en los pasos de la construcción financiera y fiscal de la zona euro, de que la financiación en los mercados mayoristas afloje el corsé sobre España para que la liquidez y el crédito llegue en precio razonable a los minoristas, de que los sindicatos pacten movimientos razonables en los costes y las empresas ajusten los precios para que la devaluación interna no sea estéril y reactive crecimiento y empleo.

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