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Columna
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Depardieu halla el paraíso ruso

El paraíso impositivo no puede esperar. Vladimir Putin se ha aprovechado de la broma de su buen amigo Gerard Depardieu y le ha garantizado al actor francés la ciudadanía rusa por decreto presidencial. Depardieu anunció hace un mes que abandonaba Francia por Bélgica debido al impuesto del 75% propuesto por el Gobierno francés a las grandes fortunas. El alboroto que se formó, tanto de partidarios como de críticos, solo ratificó la decisión de Depardieu, que ha mantenido incluso después de que un tribunal francés rechazara la nueva tasa.

Depardieu debería abalanzarse sobre la oportunidad de establecer su domicilio en uno de los barrios pudientes de Moscú, porque esto parece un acuerdo hecho en el paraíso para las dos partes. El régimen de Putin se apunta un tanto en relaciones públicas mostrado a los rusos que su país sigue siendo atractivo para alguien. En las semanas posteriores a que empezara la broma, tanto Putin como el primer ministro Dmitry Medvédev se han salido del camino para mostrar que se han tomado el asunto en serio. Medvédev incluso prometió que Rusia no cambiaría su tasa fija del 13% si Depardieu escogiera Moscú.

En cuanto a Depardieu, que también se jacta de su amistad con Fidel Castro, Hugo Chávez y el autócrata checheno Ramzan Kadyrov, encontraría no solo un paraíso impositivo aún más dulce que el belga, sino un régimen más a su gusto. El actor también encontraría una población que tiende a ser menos crítica sobre el comportamiento exuberante que le ha convertido en noticia en los últimos tiempos. Además, la perspectiva terrenal de la vida de la estrella lo ha llevado más cerca de los oligarcas rusos que de los refinados intelectuales de izquierda que le adoraron hace 30 años. Finalmente, no se puede negar que los mercados emergentes están donde está el futuro de Depardieu, cuya audiencia doméstica ha disminuido. Todas, razones por las que debería aprovechar el momento.

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