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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Santander, todos los activos al rojo

Santander ha decidido absorber a su franquicia Banesto, de la que ya controlaba más del 90%, en una operación en la que entrega 0,633 acciones del banco cántabro por cada una de Banesto, con una prima de nada menos que el 25% sobre el precio de cierre del pasado viernes para los accionistas de la filial, y sin necesidad de ampliar papel para los socios de la matriz. El banco cántabro liquida así la cohabitación con Banesto durante los últimos 20 años, desde que tras la intervención del Banco Español de Crédito en 1993 le fuere adjudicado en subasta, y despeja todas las dudas acerca de qué hacer con su filial, para la que había barajado diferentes alternativas.

Con la absorción, Santander unifica en una sola red y marca toda su capacidad industrial en España, culminando la política de unificación practicada en el resto del mundo, independientemente de que en los próximos años pueda tener una segunda marca si adquiere alguna de las entidades a subastar por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). En el futuro, con menos operadores pero con una solvencia reforzada, el mercado financiero exigirá marcas fuertes para competir tanto en la captación de recursos en los mercados mayoristas y minoristas como en la colocación de crédito, y tanto a nivel español como europeo o mundial.

Pero Santander aprovecha la operación para hacer su particular aportación al ajuste del negocio bancario en España tras una crisis financiera e inmobiliaria que ha cuestionado el papel del sistema financiero, desde la supervisión oficial hasta la gestión corporativa. Se trata de un banco tan diversificado geográficamente que puede presumir de los mejores niveles de solvencia de toda Europa; pero la erosión del negocio bancario en la red en España ha llegado a todos, y en especial a aquellas franquicias con implantación exclusivamente doméstica y una apuesta inmobiliaria nada desdeñable.

Con un escenario para el próximo trienio en el que la contracción del crédito y de los márgenes se antoja moneda común, parece razonable buscar cuantas fórmulas de ahorro de costes puedan llevarse a la cuenta de resultados para maximizar el beneficio. Aunque Banesto es una gota de agua en el océano Santander, la absorción proporciona ahorro de costes notable y de ingresos, aunque la aportación al beneficio del grupo es testimonial a partir del tercer año. El ajuste de la capacidad instalada (unas 700 oficinas entre Santander y Banesto) podrá encajarse de forma armonizada, con el recurso a las salidas vegetativas, y con la opción incluso de utilizar las posibilidades que la marca Santander ofrece en todo el mundo a los excedentes laborales más jóvenes. Tras esta absorción, Santander ordena su negocio nacional para hacer frente a nuevas aventuras en las subastas de las cajas nacionalizadas.

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