Balance del primer año de Rajoy
Un año después de ganar las elecciones con mayoría absoluta, once meses después de formar Gobierno, Rajoy ha comprobado que todo es más difícil de lo que parecía, porque todo estaba peor de lo que él creía. Ha hecho muchas cosas que no quería hacer, casi todas ellas con rechazo social, pero el déficit público empieza a ceder por vez primera en cuatro años, aunque el coste de la financiación no está resuelto. Como no está resuelto, el desempleo sigue creciendo en un proceso de ajuste empresarial hasta ahora aplazado.
En su segundo año al frente del Gobierno el paro llegará a los seis millones de personas, porque aunque es cierto que comienza a remitir la destrucción de puestos de trabajo en el sector privado de la economía, no ha comcluido en el público. Se calcula que si se han destruido 240.000 empleos públicos, faltan otros tantos por ajustar, fundamentalmente en las comunidades autónomas, siempre administraciones resistentes a la toma de decisiones que no supongan aumento del gasto.
Los números de la economía no son nada buenos un año después de la victoria de Rajoy. Pero no es escasa la labor de limpieza de balances que ha comenzado en el sector público, con medidas de recorte de gasto y aumento de impuestos, para poner bajo control el déficit públcio. Tras tres ejercicios por encima del 9%, este año podría estar en torno al 7%, que no es lo comprometido con Bruselas, pero supone una señal a los mercdados de que es posible reducir el déficit en España. Pero en los próximos años la reducción tiene que ser aún de mayor calado, porque no se puede permitir a esta economía acumular cada año casi cien mil millones de euros de deuda pública, porque se convierte en infinanciable, y por ende, el Estado en insolvente y el país, inviable.
Las medidas de ajuste fiscal aplicadas, con sometimiento expreso de las políticas económicas de las comunidades autónomas, casi todas ellas en manos del socorro de Madrid, dará plenos resultados en 2013, pues serán de aplicación todo el año natural. El gasto en educación, en sanidad y en personal tendrá un efecto significativo sobre las cuentas públicas de 2013. Pero para llegar a una reducción del déficit hasta los umbrales del 4,5%, que es lo exigido por Bruselas, deberá contar el Gobierno con una evolución económica menos negativa de la que prevén los organismos internacionales, que dibujan una contracción económica del 1,5% al menos.
En paralelo camina la reforma bancaria (con una tasa de mora que se acerca al 11%, muy superior ya a la que en la crisis de los noventa alcanzó el sistema financiero), que ha precisado del rescate por parte de Europa, con una línea de crédito de unos 100.000 millones de euros, que solo serán utilizados en una cantidad inferior a los 40.000 millones. Se pone hoy mismo en marcha el banco malo que agrupará todos los activos inmobiliarios averiados de la banca, y se reactivan las subastas de dos de los cuatro bancos nacionalizados con la crisis. Este proceso administrativo y político es lento, entre otras cosas porque España no dispone de los recursos para financiarlo, y solo llegarán en la primera semana de diciembre. Por tanto, tener la banca en condiciones de dar crédito es un proceso de larga maduración, puesto que antes las empresas y los hogares han de desapalancarse.
Y en paralelo el Gobierno apuesta a que las reformas que ha puesto en marcha den su resultado, especialmente la laboral, en la que abarató los costes laborales vía despidos y vía flexibilidad de la negociación colectiva. Aún no hay resultados, más allá de la facilidad para que las empresas aceleren en ajuste, que se ha intensificado en los últimos meses. Seis millones de parados y un escalón bajista en los salarios es el primer resultado, pero determinados colectivos comienzan ya a aceptar empleos con los nuevos paradigmas de los costes laborales.
Y todo pendiente de si el señor Rajoy pide socorro financiero a la Unión Europea. Se escuda en que tiene que conocer primero si será bueno para los intereses generales de los españoles. No se tome mucho más tiempo, que la financiación del Estado, la banca, las empresas y los particulares está tan cara que nadie la toma, y sin ella no volverá el crecimiento.
Faltan muchas más cosas, señor Rajoy. Qué hay de la reforma de las administraciones públicas, qué hay que la reforma energética, etc. Todas empujan más que la sola modificación del mercado de trabajo. Tiene usted otro año para culminarlo. A partir de la mitad de la legislatura, ya sabe usted que todo el mundo, incluido usted, comenzará a pensar en las próximas elecciones. Si no se da prisa no tendrá margen de maniobra para maquillar la situación antes de la vuelta a las urnas.