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El Eurogrupo afronta hoy las presiones del FMI

Europa busca la fórmula para escapar de otra quita griega

El FMI, fiel a sus principios, exige la máxima garantía de que Grecia cumplirá con el objetivo previsto de reducción de deuda en 2020, aunque sea a costa de que sus socios europeos asuman una nueva quita, esta vez de la deuda en manos de instituciones públicas, incluido el BCE. Y la Comisión Europea se niega a cargar con el coste de una nueva reestructuración de la deuda griega, que esta vez pagarían los contribuyentes europeos. ¿Qué alternativas hay entonces para lograr un acuerdo?

La reunión de ministros de Finanzas de la zona euro tendrá que enfrentarse hoy al más recurrente de sus problemas, la capacidad de Grecia para hacer frente a su insoportable volumen de deuda. Después de que quedara aprobado un segundo plan de rescate por 130.000 millones de euros el pasado mes de marzo, Atenas vive pendiente de un acuerdo que permita el desbloqueo de parte de esa ayuda -31.500 millones de euros-, necesaria para evitar una suspensión de pagos antes de fin de año.

La troika debía dar su visto bueno al plan de ajuste del frágil Gobierno de Antonis Samaras antes de dar vía libre a nuevas ayudas y en el curso de ese enésimo examen sobre el grado en que Grecia está cumpliendo con las exigencias de Bruselas, el FMI y el BCE se ha abierto paso una evidencia mucho más cruda: las enormes dificultades del país para hacer frente a un objetivo que, hoy por hoy, instituciones y analistas consideran ya inalcanzable, que Atenas reduzca su ratio de deuda sobre PIB al 120% en 2020, desde el 190% previsto para el año que viene.

El FMI y la Comisión Europea ya se han hecho cargo del problema, si bien hasta el momento lo afrontan desde perspectivas muy diferentes que tras la reunión de hoy prometen entrar en colisión, a pesar de la buena voluntad que unos y otros han mostrado en los últimos días para alcanzar un acuerdo. El FMI, fiel a sus principios, exige la máxima garantía de que Grecia cumplirá con el objetivo previsto de reducción de deuda en 2020, aunque sea a costa de que sus socios europeos asuman una nueva quita, esta vez de la deuda en manos de instituciones públicas, incluido el BCE. Y la Comisión Europea se niega a cargar con el coste de una nueva reestructuración de la deuda griega -que esta vez pagarían los contribuyentes europeos- y propone una renegociación por la que Grecia cumpla con el objetivo de reducir su deuda al 120% del PIB no en 2020 sino en 2022. En el caso de España, la exposición a la deuda pública griega es en conjunto de 25.000 millones de euros, incluyendo préstamos director y avales.

La posición no es común ni siquiera entre los propios socios de la zona euro, que deberían someter a sus parlamentos un cambio en los términos de la ayuda a Grecia. Conscientes de la necesidad de rebatir al FMI con una sola voz, los ministros de finanzas de Francia, Alemania, Italia y España se reunieron ayer en París para consensuar una postura común para resolver el problema griego, según una fuente oficial de la Unión Europea que citaba ayer Bloomberg. Por su parte, Alemania ya ha advertido que no es de esperar una resolución definitiva de la reunión de hoy y ha advertido que una quita sobre la deuda griega en manos públicas es "inconcebible".

¿Qué alternativas hay entonces para alcanzar un acuerdo? Frente a la rigidez mostrada por el FMI, la propuesta europea es una renegociación de la deuda capaz de eludir el reconocimiento de una quita. Es decir, alargar los plazos, rebajar los tipos de interés y permitir que los beneficios obtenidos por el BCE en sus inversiones en deuda griega puedan revertirse en Atenas.

Citi calcula que el BCE posee bonos griegos por un valor nominal de 45.000 millones de euros, que la institución habría comprado en 2010 y que ahora arrojaría plusvalías por 15.000 millones de euros, equivalentes al 7,2% del PIB del país. Según apunta Société Générale, otra de las opciones -pensando siempre en evitar una quita- sería implicar al fondo de rescate MEDE, que se haría cargo del coste de la recapitalización de la banca griega, ahora incluido en el préstamo de la troika y por una cuantía de 50.000 millones de euros. Si la recapitalización fuera directa, una condición que sin embargo no se prevé esté lista hasta 2014, podría restar un 45% al ratio de deuda sobre el PIB, contando también con los beneficios obtenidos por el BCE.

"La reestructuración de la deuda griega en manos públicas es necesaria", titulaba recientemente Goldman un informe. Una vez realizada la quita de la deuda de los acreedores privados, alrededor de un 70% queda en manos de acreedores como los socios de la zona euro o el BCE. Una evidencia sobre la que la troika deberá ponerse de acuerdo.

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