Obama y los drones, malo para USA, bueno para Europa
El ex Economista Jefe del Fondo Monetario Internacional, Kenneth Rogoff, asigna al crecimiento de la economía norteamericana un 1 por ciento de incremento extra de PIB anual, sólo por tener el Dólar, como divisa. Es decir como moneda de reserva internacional, para los intercambios y el comercio mundial.
De acuerdo con ello el crecimiento real de la economía estadounidense estaría en estos momentos en apenas unas décimas. Las estimaciones son coherentes con una tasa de paro en el entorno del 10 por ciento; baja para nosotros, pero inusual y muy preocupante para un país como Estados Unidos, con un mercado de trabajo tan absolutamente liberalizado.
En 2008, cuando Obama accede a la presidencia de los Estados Unidos, había 32 millones de ciudadanos americanos receptores de los "food stamps", una especie de vales alimenticios para familias menesterosas. Hoy son 47 millones los receptores de tales cartillas alimentarias. Casi tantos como la población de España.
Obama llegó prometiendo cerrar Guantánamo y acabar con la "guerra al terrorismo" de su predecesor, George Busch. No ha cerrado Guantánamo, y ha generalizado la localización y eliminación de los terroristas uno a uno, con pequeños aviones no tripulados, los conocidos "drones"; con ataques nada quirúrgicos, en el que mueren en sus casas, o sus escondrijos, rodeados de familiares, esposas, hijos, y/o amigos inocentes , en grupos de diez en diez personas. Siguen 11 millones de inmigrantes ilegales sin perspectivas de ser legalizados, y por supuesto sin apenas posibilidad de acceso al permiso de trabajo, y menos al voto o la nacionalidad, que en Estados Unidos es muy duro de ganar, con todo un mecanismo nada automático de incentivos que hay que superar, y que sólo se consigue tras muchos años de integración efectiva, trabajo duro, falta de antecedentes policiales, buena conducta moral, y cumplimiento estricto y Juramento -con severas consecuencias si hay perjuro- de las leyes y la Constitución.
Obama ha conseguido fragmentar al país, como ningún otro presidente había hecho antes. Incluso la reforma sanitaria ha puesto en contra a gentes que de otra forma la habría aceptado, como en Massachusets, con el propio Romney. Ha logrado que una gran parte del electorado no vote en positivo por un candidato, sino mecánicamente por animadversión al contrario. Como Presidente divisivo -de quien siempre ha huido el electorado americano- ha sido capaz de -a la contra- provocar un apoyo importante a un candidato tan flojo como Romney.
Si hubiera sido Zapatero, al que con frecuencia se la ha comparado, habría ordenado retirar los cuadros y muebles de George Washington de la Casa Blanca, y del resto de los padres fundadores, sólo porque habían sido esclavistas, como los sucesivos presidentes, Adams, Jefferson, Madison, ... y el resto de los padres fundadores. Incluso habría rehusado vivir en la Casa Blanca que se empezó a construir con mano de obra esclava. No ha llegado a tanto, pero ha resultado frustrante y divisivo. Puede ganar, pero por los deméritos del contrario. Ocurre en la historia.
El déficit norteamericano ha llegado a niveles superiores al 11 por ciento, y acumulado una deuda que puede ya superar los 14 billones de dólares, superior al 100 por 100 de su PIB; una deuda que va financiando gracias a las compras que realizan los inversores de la península arábiga, y de la planificada economía de la República Popular China. "Adicción al déficit", es la enfermedad que han diagnosticado los interesados dirigentes de Pekín, que se aprovechan de esa necesidad, para obviar los derechos humanos en su actuación dentro y fuera de sus fronteras, en Asia o África, donde se proyectan. Cada vez menos países en el mundo tendrán la liquidez necesaria para comprar la deuda norteamericana y de la UE, y por tanto financiar nuestros déficits. Por eso las reformas son necesarias.
La economía con Obama ha entrado en lo que denominamos la "trampa de liquidez", con dos expansiones monetarias históricas, como nunca había protagonizado la Reserva Federal, y que evidencian que por más dinero que se inyecte -se imprima- artificialmente en la economía, ésta no despega. Es como un coche averiado al que por más gasolina que le echemos, lo único que conseguimos es que se nos cale, pero no acaba de arrancar.
A Estados Unidos, con un sector productivo desmoralizado, fugas de capitales, paraísos fiscales interiores -en el mismo Delaware-, y falta de confianza en la política de gasto de la administración no le conviene una política continuista como la de Obama, cuatro años más. Pero a la Unión Europea, sí. Algo nos llega de esa inyección de liquidez. Las consecuencias las pagarán más directamente las próximas generaciones de norteamericanos.
Obama tiene a piñón fijo casi el cien por cien del voto "afroamerican", un 12 por ciento del total. Y casi el 65 por ciento del voto "latino", que es aproximadamente un 8 por ciento del total. No cuenta con el respaldo de las otras minorías, ni la asiática, ni la europea inmigrante. Del voto indeciso del electorado masculino blanco pende su reelección. En Estados Unidos, se dice que el primer objetivo de un Presidente al ganar el primer mandato, es ganar el segundo. Y si se gana el segundo, el objetivo es ya: ganar la historia; en la medida que no tiene que volver a responder ante el electorado. A eso le temen muchos electores, no saben exactamente cómo quiere el propio Obama pasar a la Historia.
Javier Morillas es Catedrático de Economía Aplicada. Universidad CEU-San Pablo. Investigador Asociado de la Atlas Economic Research Foundation, Washington.