Vía libre para la agenda de Rajoy
Aunque todo comicio constituye por naturaleza un factor de incertidumbre respecto al futuro inmediato del país o la región afectados, las dos citas electorales que España ha vivido este fin de semana no han alterado de forma sustancial la percepción que los mercados financieros tienen sobre la economía española. Los analistas coinciden al señalar que mientras la apabullante victoria de Alberto Nuñez Feijóo en Galicia ha supuesto un respaldo firme a la agenda reformista y de Gobierno de Mariano Rajoy, el auge nacionalista en el País Vasco no ha desvirtuado la apuesta de los mercados por lo que consideran la asignatura más urgente de España en estos momentos: la petición de rescate blando para hacer frente a la crisis de deuda soberana. Pese al reticente discurso de Rajoy al respecto, los inversores se muestran seguros de que Madrid hará finalmente sus deberes y de que, además, no tardará demasiado en tenerlos listos.
No hay duda de que el auge nacionalista en las urnas del País Vasco ha ayudado a avivar el interés sobre lo que ocurrirá en las próximas elecciones catalanas, pero no hasta el punto de que esa cita y sus hipotéticos resultados se perciban como una amenaza seria para la marcha de la agenda política española. Ello se explica porque más allá del encendido llamamiento nacionalista de Artur Mas, la realidad financiera es implacable y constituye una soga estrecha sobre el futuro de la región. Hoy por hoy, Cataluña no puede financiarse en los mercados, lo que ha llevado al Ejecutivo de Mas a solicitar ayuda al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) y a poner así la supervivencia fiscal catalana en manos de Mariano Rajoy. æpermil;sa y no otra constituye la clave para entender lo que ocurrirá a lo largo de los próximos meses en Cataluña y para desentrañar la estrategia a seguir por su Gobierno autonómico.
Mientras tanto, el Ejecutivo de Rajoy afronta los próximos meses con un horizonte político considerablemente más despejado. El espaldarazo que ha supuesto la victoria de Feijóo es una prueba empírica de que el desgaste del Gobierno popular no tiene el alcance que algunas voces habían vaticinado. Dada la complejidad del momento histórico y económico que vive España, la fortaleza del Ejecutivo constituye una buena noticia, pero al mismo tiempo implica una mayor exigencia y una enorme responsabilidad. El Gobierno tiene ante sí una dura tarea -que incluye el correcto manejo de los tiempos respecto a la petición de rescate financiero- en la que no puede ni debe haber errores. No en vano, la frágil tregua que los mercados están concediendo a España tiene fecha de caducidad y de su buena administración depende el futuro inmediato del país.