Más celeridad en las pensiones
El Gobierno admite ante las autoridades europeas que este año el sistema de pensiones registrará un déficit de más de 10.000 millones de euros (un 1% del PIB). Nada desconocido, salvo la profundidad del desequilibrio, coherente con la evolución de una actividad económica que reduce cada día el número de contribuyentes desde hace cinco años, mientras que los gastos no se han reducido. Si el Estado acumula cinco años de déficit crecientes, no puede ser de otra forma que la Seguridad Social replique parecido estado contable; hasta ahora había absorbido los superávits registrados por el fuerte avance de cotizantes de los últimos años, y cuando los ha agotado, ha echado mano de partidas parciales, como el fondo de mutuas o del propio fondo de reserva para atender los pagos por pensiones. Pero ya solo queda el recurso al crédito del Estado para cubrir los déficits de cotizaciones.
Ante tal apuro de recursos, el Gobierno tiene que tomar decisiones en los gastos. No puede compensar las pensiones con el alza del IPC a costa de mayor déficit, y debe acelerar todas las reformas que corrijan en el medio plazo el saldo negativo. Si éste se convierte en crónico, se extenderá la desconfianza en el sistema de retiro y agravará la precaución de los agentes privados, retrasando la inversión y paralizando más la economía.