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Editorial

Llega la hora del Banco Popular

La reforma del sistema financiero español se enfrenta a su enésima prueba de fuego. Después de someterse a varias pruebas de esfuerzo inéditas para sus competidores europeos, tras enfrentar varios tsunamis regulatorios y una vez superado un proceso de fusiones jamás visto que ha provocado la práctica desaparición de las cajas de ahorros, el foco se centra ahora en el Banco Popular. El último examen en profundidad de las tripas de la banca española, efectuado por la consultora estadounidense Oliver Wyman, reveló que, en el caso más extremo, la entidad que preside Ángel Ron necesitaría capital adicional por valor de 3.223 millones. En cuanto trascendió este escenario, el Banco Popular reaccionó con gran agilidad y presentó un completo plan para hacer frente a esas nuevas exigencias.

Uno de los puntos de ese plan consiste en una ampliación de capital de hasta 2.500 millones, que se ha convertido en una especie de nuevo test de estrés no ya para el propio Banco Popular, ni siquiera para el conjunto del sistema financiero, sino para la credibilidad de la economía española en los mercados. Es evidente que llegar a este extremo es claramente exagerado, pero la operación tiene su calado y su simbolismo.

El Banco Popular es uno de los grandes, de los históricos, con un núcleo accionarial sólido, con relevantes actores tanto nacionales como extranjeros, y que siempre ha hecho de su independencia una bandera. Es más, este ha sido su mensaje central desde que trascendió el dictamen de Oliver Wyman. Tanto en la competencia como en la mayoría de las terminales del mercado existen pocas dudas de que el Popular logrará cubrir la ampliación, eso sí, con un significativo descuento y con algún guiño adicional para los futuros inversores. La implicación de los accionistas tradicionales, el hecho de que se esté conformando un solvente y comprometido grupo de bancos aseguradores, la tradicional eficacia de la red de sucursales de la entidad y la solidez en cuanto a la generación de márgenes del grupo son los elementos que abonan esta tesis.

La alternativa de emprender una operación corporativa con otra gran entidad nacional -La Caixa, por ejemplo, nunca ha ocultado su interés en un movimiento de este estilo-, siempre estaría abierta. En cualquier caso, lo trascendente es que se vayan quemando etapas en el proceso de reforma del sistema financiero español de la manera más solvente y rápida posible. Solo si la confianza de los mercados vuelve a posarse sobre las entidades españolas será posible emprender el camino de la recuperación con un mínimo de garantías. Porque detrás del crédito del mercado a la banca debe venir, indefectiblemente, el crédito de la banca a las empresas y a las familias.

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