Novagalicia, cartas boca arriba
Poco a poco, el guion llega a su final. Ya se conoce la situación, más o menos fiable, y en un hipotético escenario de dificultad máxima de la banca española. Parece que ahora sí, a la tercera, los test de estrés realizados, y no los anteriores desde Bruselas, dibujan pero también desdibujan una situación más creíble, fidedigna y real de la banca. La realidad y la radiografía no es positiva, si bien se nos ha vendido como si lo fuere. Estamos hablando de cifras multimillonarias. De sanear y rescatar a una parte importante, nada desdeñable, de la banca o sistema bancario español, donde las cosas no se hicieron nada bien, al contrario, y donde la aversión al riesgo, el maquillaje contable, la extralimitación de actividades y la apuesta decidida y abocada a un único sector fundamental ha lastrado operatividades, estructuras, eficiencias y roto la confianza y credibilidad.
Dejemos ahora a un lado la desvergüenza de las preferentes y otra deuda subordinada, no por el producto en sí, cada uno oferta y compra lo que quiere, sino por el déficit crónico de información y abuso. Las cartas ya están boca arriba y lo están para todos. Lo está en la banca española, no así en otras. Pero esta es harina de otro costal, máxime cuando en otros países, tanto Reino Unido como Alemania, desde hace años se inyectaron cifras multimillonarias de rescate y aquí vendíamos una solvencia grandilocuente, efímera y falsa.
El cerco se estrecha y la viabilidad de las entidades ya nacionalizadas, y significativamente y por lo que a nosotros ahora atañe más inmediato, Novagalicia Banco, son cada vez más angostas. Enésimas reformas, enésimas vueltas de tuerca, pero parece que ahora el traje y las costuras empiezan a ser definitivos. Esperemos que no vuelva a haber una reforma y un cambio de criterio legal y sea esta la última de las últimas modificaciones legales que sirvan para sanear y hacer aterrizar efectivamente el rescate europeo de la banca.
Novagalicia tiene aún más dificultades que en el escenario más pesimista apuntaban sus gestores. Es el resultado de la auditoría más profunda llevada a cabo para toda la banca española. Urge que cuanto antes y conforme a la última reforma legal se convierta en un banco puente y obtener la capitalización que necesita. ¿Podrá?, ¿le dejarán intentarlo?
Pero urge también esa creación del eufemístico banco malo donde depositar y endosar todo ese suelo tóxico e inmobiliario que han lastrado, contaminado y abocado al abismo a la entidad. Solo así sabremos las verdaderas posibilidades, lo que vale y no vale lo que quede. Solo así se generará esa confianza necesaria para que los inversores entren en el capital de la entidad y compren participaciones públicas, que recordemos sobrepasa en su nacionalización el 90% en manos del FROB. Se fía el futuro prácticamente a esa entrada de fondos de inversión internacional. Fondos e inversiones que no entienden de identidades y de localismos. Conviene no olvidarlo para no llevarnos sorpresas. Muchos empiezan a dudar del camino, de la solución y siquiera del futuro. La realidad es amarga a veces. Drástica. Y el mundo financiero no entiende ni tiene sensibilidades ni dobles oportunidades.
Una cifra marca y remarca el horizonte, la de su necesario saneamiento, más de 7.000 millones de euros. La entidad gallega confía en que sea menor como resultado del traspaso de sus activos tóxicos a lo que será el banco malo. Recapitalización, rescate y pérdidas son la encrucijada que debelará y desvelará el futuro próximo. Un futuro no exento de extrema dificultad, tensión, complejidad e incertidumbre. Hay que intentarlo. Pero saber dónde está el límite también. No queda otra. Mas eso sí, convendría no politizar ni arrojar a la hoguera electoral y de la campaña, que se antoja sin prudencia ni comedimientos, la situación presente y futura de Novagalicia. El daño aún podría ser mayor. Se llama también confianza.
Tras el último decreto-ley, no hay espacio para dobles raseros, ambigüedades o incertidumbres jurídicas llenas de vacuidades, conceptos ambiguos e indeterminados. La verdadera piedra de toque parece que ahora vendrá en la exigencia de viabilidad y por tanto de la valoración y enjuiciamiento de esta por el supervisor y de la racionalidad más objetiva y limpia, ajena a intereses partidistas y políticos que tanto daño han hecho, de cara a reestructurar definitivamente el sector crediticio. O liquidación para estas entidades, o banco puente con una duración de hasta cinco años a la espera de esa salvación que implicará igualmente una venta, toda vez que esté saneada la entidad, o encontrar un socio preferente y privado, como es lo que optimiza o busca desde hace tiempo Novagalicia, un fondo de inversión. Se estrecha un círculo que ha acabado definitivamente con el sistema dual, cajas y bancos, dejemos al margen las cooperativas de crédito, y que ha reducido el mapa bancario a una mínima expresión. Valdría la pena si con ello se robustece el sistema, se mantiene la competencia y se solidifica un sector riguroso, competitivo, solvente y seguro.
Abel Veiga. Profesor de Derecho Mercantil de Icade