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Columna
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El 'plan Draghi', un paso adelante

El programa de compra condicionada de bonos del Banco Central Europeo parece una jugada maestra. ¿Pero puede funcionar? Se apoya en que los países se atengan a un plan negociado de reformas. Si los Gobiernos no cumplen, el BCE cerrará el grifo, al menos en teoría. ¿La amenaza es creíble?

Si el BCE se enfrentara a una crisis diplomática con un Gobierno receptor, no tendría más remedio que suspender las compras. La pregunta sería entonces si dejaría de proporcionar liquidez a los bancos del país, ya que quitar ese enchufe desencadenaría un incumplimiento generalizado de los pagos.

Pero es poco probable que un Gobierno, después de acordar un plan de reforma, simplemente se niegue a ponerlo en práctica. Pero podría poner más pegas a reformas más sensibles políticamente. También puede dejar de cumplir con sus objetivos fiscales si la recesión golpea más de lo previsto. No tendría sentido castigar a un país que es víctima de la economía. Pero ese enfoque también es improbable. La reciente decisión de aflojar los objetivos fiscales de Portugal sugiere que hay espacio para la flexibilidad.

Más complicado sería si un país cumpliera solo parcialmente sus objetivos. El BCE podría parar las compras. Así se hizo cuando Silvio Berlusconi renegaba de las reformas en 2011. Pero cortar el grifo a un país después de comprar sus bonos podría ser contraproducente. Las consecuencias serían la inestabilidad financiera, más descontento con la política, y el retorno del miedo a la ruptura del euro.

Los países que buscan ayuda tendrán que seguir emitiendo deuda a medio y largo plazo y por ello seguirán expuestos a cierta disciplina del mercado. Y el BCE podría cambiar el vencimiento y la rentabilidad de sus compras. Las compras de bonos deberían ayudar a la economía, abriendo el mercado de bonos, haciendo más fácil que los países se ajusten. La compra condicional no es perfecta, pero es un paso adelante.

Por Neil Unmack

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