¿Qué hacen las 'bioempresas' por usted?
Las compañías españolas trabajan en la búsqueda de fármacos, pero también en biocombustibles y seguridad alimentaria.
Quizá ignore que el estilo gastado de los pantalones vaqueros no se debe a ningún lavado a la piedra, sino a microorganismos. O que su crema hidratante contiene nanocápsulas que permiten la liberación de sus componentes poco a poco en la piel. Incluso que la bolsa de lechuga que compra lleva partículas antioxidantes y que su detergente contiene enzimas para blanquear la ropa. O aún más importante, que el tratamiento de cáncer de un familiar no está basado en una molécula química, sino en un proceso biológico.
La biotecnología utiliza la biología en procesos industriales para llegar a productos y servicios en campos tan dispares como la salud, la alimentación, los combustibles, los materiales o el medio ambiente. Y en ese cometido surgen cada vez más empresas que quieren alcanzar nuevas aplicaciones: desde las muy complicadas terapias celulares a complementos alimenticios para regular el colesterol. En ese empeño se encuentran las más de 600 firmas españolas que se dedican exclusivamente a esta actividad (aunque hay otras casi 900 que son usuarias de estos bioprocesos).
Salud. Oncología y dispositivos de diagnóstico
La oncología es el campo terapéutico donde las empresas centran más sus investigaciones. El 34% de los medicamentos en los que trabajan se concentran en esta área, seguido de la neurociencia (20%), las enfermedades raras (8%) y las inflamatorias (5%), según el Informe Asebio 2011.
En la última década, la biotecnología española ha surgido desde la nada y ya cuenta con una cartera de fármacos en investigación compuesta por 89 medicamentos, por 32 compañías nacionales, y otros 49 que corresponden a seis subsidiarias de multinacionales instaladas en España. En total se están desarrollando 267 productos relacionados con la sanidad.
El ejemplo clásico y pionero es el fármaco Yondelis, de Pharmamar (grupo Zeltia). La firma comenzó en 1992 a investigar con una molécula contra el cáncer encontrada en el mar Caribe y bautizada como ET-743. En 1996 empiezan los ensayos clínicos. En 2007, la Agencia Europea del Medicamento lo aprueba para el sarcoma de tejidos blandos y en 2009 para el cáncer de ovario. Y sigue investigando para nuevas aplicaciones. En los últimos años, muchas empresas se han sumado y tienen una cartera de I+D lista para conquistar el mercado. Por ejemplo, dos productos del laboratorio catalán GP-Pharm (para cáncer de próstata y para enuresis nocturna). En fase III (ensayos con miles de pacientes) se encuentran otros de Ojer Pharma (también para oncología prostática), Tigenix (enfermedad de Chron). En fase II (prueba la eficacia y toxicidad) han llegado productos de Advancell, Archivel (con la primera vacuna contra la tuberculosis), Digna Biotech, Esteve, Neurotec, Palau Pharma, Pharmamar, Som Biotech, Sylentis y Tigenix. Noscira, también filial del grupo Zeltia, ha conseguido llegar hasta esa fase con Nypta, un fármaco para el tratamiento del alzhéimer.
Toda esta I+D conlleva más de una década de trabajo sin obtener ni un euro en ventas y consume muchos recursos, por lo que la mayoría de estas empresas licenciarán los derechos a las multinacionales a cambio de royalties.
Sin embargo, los productos de diagnóstico son mucho menos costosos de desarrollar y otorgan más fácilmente ingresos. Los casos de éxito ya son unos cuantos. AB-Biotics ha lanzado una versión de análisis genético para predecir la reacción a los fármacos de enfermos psíquicos. Oryzon Genomics cuenta con su primer producto en el mercado, un sistema de detección precoz del cáncer de útero. Genatadi ha diseñado un test para identificar el retraso mental idiopático y trastornos autistas. O Proteomika, que trabaja con un chip para detectar cáncer de pulmón.
Incluso España va más allá, ya que es el país más fructífero en proyectos de terapias avanzadas -el uso de células como medicamentos-, con un total de 49, según la publicación Molecular Therapy, de la Sociedad Americana de Genética y Terapia Celular. Le siguen Gran Bretaña, con 37; Alemania, con 36, y Estados Unidos, con 21.
En Europa solo está aprobado un medicamento de terapia celular, el ChondroCelect de la hispanobelga Tigenix. Este producto consiste en células del propio paciente para la regeneración del cartílago de las rodillas.
Industria. Nuevos combustibles y microalgas
Uno de los campos de trabajo más importante del sector es la producción de biocombustibles como biomasa o biogás. Abengoa Bioenergía produce bioetanol proveniente de cereales, azúcar de caña y celulosa, y biodiésel de aceites. El Banco Español de Microalgas llega hasta estos biofueles a través de algas y bacterias, igual que Bioserentia.
Este es un sector industrial con futuro, por ello Repsol quiso posicionarse el pasado junio en el mercado y compró a la granadina Neuron Bio el 50% de la compañía Neol Biosolutions. En este campo industrial se han contabilizado 227 desarrollos realizados por 31 entidades, entre ellos 40 de combustibles. Un campo abierto menos comprensible para un consumidor final es el de los bioprocesos (86 casos), como la producción de esteroides de Gadea BioPharma, la limpieza de suelos contaminados de petróleos a través de microbios, de Clean Biotech, o la reutilización de lodos de aguas residuales, por Gaiker-Ik4.
Estos casos enfocados al medio ambiente son los usos menos conocidos de la biotecnología, pero ya se ha avanzado en materias como la eliminación de contaminantes en suelos empleando enzimas, microorganismos y plantas. Entre los 45 bioproductos se encuentran la fabricación de biopolímeros, por parte de Neuron, o un antioxidante cosmético proveniente de una bacteria, desarrollado por IUCT.
Alimentación. Agricultura e ingredientes funcionales
No solo en España, sino en toda Europa, la biotecnología encuentra la barrera de las autoridades en el caso de las semillas modificadas genéticamente. En los últimos años, la Comisión Europea ha paralizado 72 dosieres (51 para importación y 21 para cultivo) de aprobación de estas semillas, según la patronal comunitaria EuropaBio. Y es que asociaciones ecologistas y algunos Gobiernos no apoyan su autorización. Estos cultivos se expanden fundamentalmente en Estados Unidos y Latinoamérica. En España solo se puede plantar un maíz resistente a las plagas de taladros.
Sin embargo, en alimentación, las firmas españolas son bastante dinámicas, especialmente dentro de los denominados alimentos funcionales (o con propiedades para la salud). AB-Biotics ha patentado internacionalmente, por ejemplo, el AB-Life, un ingrediente que consigue reducir un 14% los niveles de colesterol, según el Hospital Puerta de Hierro de Madrid. También ha llevado a reconocer la propiedad intelectual de un aditivo que reduce un 38% los niveles de glucosa en sangre tras las comidas. Algaenergy, en su caso, desarrolla microalgas como aceites sanos para la industria. Biópolis ha conseguido probióticos que se añaden a las bebidas para evitar úlceras gástricas, alergias, diabetes o sobrepeso.
Las compañías también trabajan en la seguridad alimentaria, como la detección de antibióticos en la leche (Biomar), kits para la detección de gluten (de la compañía Ingenasa) o sensores para detectar contaminación histamínica en el pescado (Laiamat).