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Tribuna
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Fabricar sigue siendo importante

La fabricación, que desde la Revolución Industrial ha venido transformando la economía de los países, contribuye de manera relevante a la riqueza de las naciones. Tanto es así que, según el reciente informe The Future of Manufacturing: Opportunities to Drive Economic Growth, elaborado por el World Economic Forum en colaboración con Deloitte, más del 70% de los incrementos de la riqueza de 128 naciones se explican por la capacidad de exportación de productos manufacturados.

El estudio, que concluye además que la industria cuenta con una demanda de personal cualificado muy superior a la oferta existente en el mercado (más de 10 millones de puestos en todo el mundo no pueden ser cubiertos), analiza las claves que determinarán la capacidad de los países para mantenerse en la carrera por la competitividad y el desarrollo.

l Capacidad para la innovación. Las compañías que innovan crecieron (en términos de ingresos y capitalización) dos veces más que el resto durante el periodo de 2006 a 2010. Igualmente, aquellos países que apuestan por la innovación han aumentado su PIB de forma más rápida que los demás. La clave está en que las compañías deben desenvolverse en un ambiente propicio, con una buena colaboración con universidades y centros de investigación, adecuadas infraestructuras y capacidad de atracción para los mejores talentos.

l Atracción de inversión extranjera. Los países compiten entre ellos para atraer capital extranjero que financie el establecimiento de centros productivos o de I+D, amplificando los efectos beneficiosos de la industria en su población. El 26% de las inversiones globales en 2010 se han destinado a la fabricación, generando más de un millón de puestos de trabajo en el mundo. Las tecnologías actuales (sistemas de diseño automatizados, acceso a líneas de comunicación veloces, etc.) permiten distribuir los centros de una compañía en diferentes países, por lo que las oportunidades para atraer inversión aumentan sensiblemente.

l Lucha por las materias primas. Algunos de los elementos más escasos en la Tierra se han convertido en objeto de deseo de las multinacionales, ya que intervienen en los procesos de fabricación de materiales modernos y cuyo uso se extenderá rápidamente. China cubre actualmente el 95% de la demanda global de dichos productos. El futuro será para aquellos que desarrollen materiales alternativos, si bien el gran reto para los gobernantes es fijar políticas adecuadas para el uso de estos elementos en el ámbito mundial.

l Atracción de talento. A pesar de los altos niveles de desempleo, las empresas no logran encontrar trabajadores cualificados para cubrir todos los puestos. Las economías emergentes son las que presentan más puestos por cubrir. Los países que logren atraer, desarrollar y retener a los mejores (científicos, investigadores, ingenieros, técnicos, operarios cualificados, etc.) destacarán sobre los demás. Por otra parte, los costes salariales de los países emergentes están empezando a aproximarse a los de algunas economías desarrolladas, por lo que el factor coste salarial será reemplazado por la productividad y la especialización a la hora de competir en la carrera por el desarrollo industrial.

l Apoyo público. Los gestores públicos seguirán desempeñando un papel activo en el desarrollo del tejido industrial de su país. Las políticas fiscales, laborales, energéticas, educativas, científicas e industriales constituyen algunas de las herramientas que nuestros gestores deben manejar adecuadamente si quieren favorecer el crecimiento industrial del país.

De cara a futuro, las compañías manufactureras intensificarán su competencia por el mejor talento y la innovación, a fin de dominar los mercados rentables y capturar los mejores clientes. Sería deseable que las estrategias políticas de cada país se sintonizaran con las de los líderes industriales, en un ambiente de total colaboración, a fin de alcanzar el éxito en esta difícil carrera.

Gabriel Cabezas. Socio responsable de Manufacturing de Deloitte

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