Un impuesto a las casas de los ricos
La propuesta del viceprimer ministro británico para fijar un impuesto de emergencia a las riquezas huele a oportunismo político: las cosas están difíciles, vayamos a por los peces gordos. En parte, Nick Clegg tiene razón. Pero un impuesto a la riqueza necesita ser justo y predecible, no como él aboga. El impuesto sobre bienes inmuebles es la manera de hacerlo.
Gravar a los ricos es delicado. El gobierno redujo el tipo máximo del impuesto sobre la renta del 50% al 45% en el presupuesto. George Osborne, el ministro, reclamó que una mayor tasa no aumentaría los ingresos adicionales. Las declaraciones de Clegg pueden ser su respuesta política. Además, los decepcionantes números fiscales son otro estímulo. En los primeros cuatro meses del año fiscal, el endeudamiento público era superior al del año pasado en 11.600 millones de libras. El déficit está creciendo, no bajando. Hay margen para recaudar más de los ricos y la mejor manera de hacerlo es gravar sus hogares. Los más ricos del Reino Unido tienden a vivir en propiedades cuyas valoraciones multimillonarias reflejan su riqueza. Desafortunadamente la única tasa a los bienes inmuebles, el impuesto municipal, se basa en unas valoraciones obsoletas de 1991. La franja más alta empieza en 320.000 libras, el valor actual de un pequeño piso en alguna localidades principales. Además, el impuesto no es lo suficientemente progresivo: la cuota tributaria final sobre una propiedad se sitúa en apenas 2.536 libras. Un impuesto separado a mansiones, como sugirió una vez el ministro de Empresa, Vincent Cable, tiene sentido porque los ingresos de un impuesto a inmuebles de alta gama iría directo a las arcas del gobierno.
También habría objeciones. Una es que algunas personas, particularmente las de mayor edad, pueden vivir en grandes casas con ingresos escasos. Pero en esos casos el pago del impuesto podría ser diferido hasta la venta de la propiedad. El sentido de un impuesto así es que golpearía a la riqueza adquirida y no al trabajo, y eso parecería justo ante los ojos de casi todos. E incluso el evasor de impuestos más creativo podría tenerlo difícil. Pero por ahora el gobierno no parece cerca de renovar el impuesto a la propiedad.