_
_
_
_
El foco
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Economía virtual, daño material

Las transacciones financieras en las economías son simples números, papeles y asientos contables. El autor reflexiona sobre cómo su realidad solo se percibe cuando afectan al bolsillo.

Todo son números, asientos y papeles sin valor, menos la compra de una casa, un coche o un desahucio. Ni siquiera la venta de unas acciones con minusvalías las notas en tu bolsillo. Solo son números más pequeños en tu cuenta corriente.

El riesgo de Estados Unidos sufre una gran exposición a los derivados sobre España. Los chinos venden deuda pública española en euros y compran deuda del Tesoro de Estados Unidos en dólares. La prima de riesgo repunta a los 515 puntos básicos y el bono español a 10 años se sitúa en el 6,483%. La Comisión Europea va a prestar dinero al FROB español que lo inyectará a los bancos españoles con dificultades en forma de capital o bonos convertibles contingentes (cocos). El BCE presta dinero a los bancos españoles al 1% que compran deuda pública española por encima del 6%.

Todos estos flujos monetarios entre la UE y nuestros bancos con que a su vez compran la deuda pública española, como todos los anteriormente expuestos, son virtuales. Números, papeles, asientos contables (EFT) transferencias electrónicas de fondos sin materialización real. Con esta doble circulación de fondos entre el BCE y la deuda pública, los bancos españoles ganan un 5% de intereses que van al norte de su cuenta de resultados (CR). Mientras que por otro lado, tienen que hacer unas dotaciones por la pérdida de valor de los inmuebles o solares que tienen hipotecados. Y contabilizar las pérdidas por sus préstamos y créditos impagados que en ambos casos van al sur de la misma CR y totalizan unos beneficios o pérdidas. Pero todo ello siguen siendo solo números y asientos contables. Aunque luego disminuyan o anulen el cupón de las acciones del banco.

Como son solo números el abono del cupón de las acciones de tu banco o las eléctricas que tienes en cartera. Cartera, portafolio, what portfolio? Only numbers!

Ni siquiera cuando tú vendes una casa o recibes una indemnización por despido a través de una cuenta bancaria o un cheque nominativo, hay una materialización dineraria, sino un asiento o un depósito en tu cuenta. Solo cuando compras una casa o un coche con esos fondos o cuando tu vecino es desahuciado por no haber pagado la hipoteca, hay una materialización de esos fondos o de la deuda hipotecaria que el vecino tenía con el banco. "Las vaquitas son de nosotros, los desahucios son ajenos".

Es como un vuelo sin motor, en que todo es etéreo, volátil, en la nube, on the cloud, hasta que se toma tierra y ya todo se vuelve terrenal y material.

Todo es una gran pirámide inmaterial, aunque se tiene que soportar en una base material.

Las grandes obras españolas en autovías necesarias y AVE o aeropuertos innecesarios, así como los hospitales provinciales necesarios y las grandes obras museísticas innecesarias son temas materiales que fomentan nuestra deuda pública. Sin embargo, la subida de la prima de riesgo hace que los intereses se coman una gran parte del presupuesto nacional, mermen nuestras inversiones y servicios y generen más déficit. Y la consecuencia es el incremento de nuestra deuda pública, gigantesca, inasumible y virtual.

Sin embargo, cuando España tiene que justificar que controla su déficit público (virtual) y para ello el Gobierno nos sube las retenciones sobre el IRPF, ello se materializa en una reducción del dinero que nos queda disponible para consumo, después de que nos descuenten en el banco la hipoteca, los colegios, los recibos y el pago de la tarjeta de crédito.

O en tu capacidad de compra -que puedes comprar menos pimientos y menos chuletas-, cuando se aplique en septiembre el nuevo IVA sobre otros productos. También podemos viajar menos kilómetros cuando nos suben la gasolina y el gasoil. O cuando el Govern català nos hace pagar un euro por receta, además de recargo nacional, disminuye la cantidad de antidepresivos o vigorizantes que podemos comprar para tirar adelante ante tanta desventura económica materializada en nuestros bolsillos y nuestro bienestar material. O tomarnos menos cervezas o gin-tonics de pepino al disminuir nuestro dinero destinado a ocio y asueto personal o familiar.

Leemos que España tiene una deuda con el Reino Unido de tantos billion pounds (nueve ceros) y nos puede dar la risa floja. Pero nos llega una carta del banco porque tenemos un descubierto provocado al cargar la tasa de basuras del ayuntamiento, y ya nos podemos empezar a preocupar y a ocupar. Primero, agradecer al banco que nos haya atendido el cargo en cuenta sin devolver el recibo, porque el ayuntamiento de tu ciudad y la mía suelen tener malas pulgas con estas cosas. Y después, hacer frente a la minideuda con el banco que nos va a cargar por el favor, por el detalle y por el hecho del descubierto 20,30 euros o más. Materialismo puro que merma nuestro nivel de bienestar. Aunque no felicidad, no, porque la felicidad es otra cosa y depende más de nuestro espíritu y optimismo inmaterial.

Habíamos leído que a un ejecutivo de banca prejubilado hace tres años en un banco de primera, le habían asignado una pensión millonaria. Sí, sí en millones de euros, no como cuando nosotros éramos millonarios en pesetas, que no valía para nada. Pero no nos impresiona, porque son números, solo números, que el buen señor, a lo mejor, ha invertido en acciones del banco de enfrente, también de primera, o en otro cualquiera y ahora cotizan a la mitad del valor al que las compró. Y tiene sus números a la mitad.

Y a lo mejor, el señor tiene, como Rafael Nadal, un reloj de 300.000 euros que marca la hora en Sídney, Hong Kong y Alicante a la vez y el tiempo que hace en Mallorca. Y tú te dices, ¿y en eso ha materializado parte de sus números? Si yo que estoy prejubilado de banca como él, aunque con menos números, estoy viendo en directo el tiempo que hace ahora en la playa de Palma y sé que es la misma hora en Alicante. Y sin reloj, ni de arena ni de esos hechos con materiales para astronautas.

Números, solo números. Y de los números, como del amor, no se vive, aunque a veces, se muere de desamor, como se sufre por los recortes de tu pensión o tus prestaciones de salud. Números, solo números virtuales que acrecientan nuestras necesidades materiales no cubiertas.

Félix Serrano Alda. Economista y Asesor Financiero

Archivado En

_
_