La Supercopa, un trofeo con billete hacia China
Barcelona y Real Madrid disputan un título que podría mudarse en 2013 a un mercado capital y con renovado interés por el fútbol
Los dos equipos más poderosos del fútbol español vuelven a cruzar sus caminos para decidir el campeón del primer trofeo de la temporada, la Supercopa de España. Un título que hasta no hace demasiado no pasaba de ocupar dos fechas más en el calendario del fútbol veraniego. Pero el inicio adelantado de la liga, que ha hecho que pase a disputarse en plena competición, y la presencia por segundo año consecutivo de Barcelona y Real Madrid, han hecho que alcance una dimensión diferente.
Sin grandes novedades en ambos equipos, solo el camerunés Alex Song y el internacional español Jordi Alba en el Barcelona y ninguna en el Real Madrid, a la espera de concretar negociaciones, la Supercopa de este año no solo es especial por enfrentar a estos gigantes. Según los planes de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), organizadora de la competición, el año que viene no debería disputarse en nuestro país, y tampoco a doble partido, como ha venido sucediendo desde su primera edición en 1982.
En junio, responsables de la RFEF viajaban a Pekín para firmar un acuerdo en base al cual el título que enfrenta a los campeones de Liga y Copa del Rey se jugaría en territorio chino en cinco de las próximas siete ediciones. El trato, firmado con la empresa United Vansen International, está valorado en 39 millones de euros, con lo que cada partido, a disputar en el Estadio Nacional de Pekín, se tasaría en algo menos de ocho millones de euros, de los cuales buena parte se repartiría entre los contendientes.
China es un escenario capital para Madrid y Barcelona. Ambos tienen en marcha planes de expansión comercial y de cooperación a través de sus fundaciones, y se acercan cada vez más al Manchester United como equipos más populares. Disputar un partido oficial allí sería el espaldarazo definitivo a su imagen.
Sin embargo, ambos se niegan por el momento a apoyar el acuerdo, una postura importante ya que amenazan con repetir finales dada su superioridad económica y por tanto deportiva sobre el resto de rivales. Además del trastorno que supone desplazarse a Pekín justo al inicio de la temporada, la capacidad de ambos para explotar sus estadios, sumados a los derechos televisivos de la competición, hacen que el impacto económico inmediato de jugar un partido oficial en uno de los mercados básicos para ambos no sea tan necesario.
Más aún en el caso de los culés. Para el partido de hoy, tanto abonados, socios, como público en general tienen que pasar por taquilla, a un precio medio de 81 euros para los primeros y de 133 para los segundos.
Con casi 90.000 entradas a la venta, de las cuales aún quedaban algunas disponibles, el Barcelona puede conseguir una taquilla superior a los siete millones de euros. El caso del Bernabéu es diferente, ya que para el partido de vuelta los llamados euroabonados no tendrán que pagar. Entre 35.000 y 40.000 aficionados madridistas poseen esta categoría de carné, por lo que el club podrá recaudar una importante cantidad por la mitad del aforo, con precios desde 20 a 73 euros para abonados normales.
La Federación Italiana ya goza de un acuerdo de parecidas condiciones al que en junio firmó la española, aunque con distintas cantidades. De las últimas cuatro ediciones, tres se han jugado en Pekín, y en los próximos cinco años lo hará en tres, a cambio de tres millones por cada una (3,3 si entre los que la disputan están Inter, Milán o Juventus). Los finalistas se reparten de forma equitativa las cantidades. Trasladar allí su Supercopa ha contribuido a que el fútbol italiano goce de un importante calado en el país, superior al de la liga española, y que hace que su torneo liguero sea el segundo en Europa que más ingresos genera por sus derechos televisivos con más de 900 millones al año.
Pero es en mejorar su propia liga donde los chinos han concentrado sus esfuerzos. De la mano de empresarios sin demasiados problemas de liquidez y con gran pasión por el fútbol, los clubes del país han acometido fichajes de jugadores con salarios multimillonarios, con el fin de impulsar un torneo no demasiado seguido en el país. Los modernos estadios chinos suelen presentar pobres entradas de aficionados. Pero, como ha declarado el dueño del Shanghai Shenua, el multimillonario Zhu Jun, se trata de una demostración de fuerza. "China es un país rico pero carece de resistencia. El fútbol es un juego de resistencia. Quiero demostrar que China es capaz de hacer cualquier cosa", declaró al Financial Times.
Drogba y su ficha de 13 millones al año
Fue la estrella de la última final de la Liga de Campeones, dando al Chelsea su primer título en ese torneo y quedando como leyenda del club. Pero en junio acabó contrato, y pese a tener una oferta de su equipo y de alguno de los grandes de Europa, decidió emprender la aventura china, a cambio de 240.000 euros que el Shanghai Shenua le paga cada semana en un contrato de dos años, equipo en el que también juega Nicolas Anelka con un sueldo de 10 millones de euros anuales. Mismo camino han tomado otros como el exbarcelonista Keita, en el Dalian Aerbin, o el ídolo del Sevilla Frédéric Kanouté, en el Beijing Guoan.
Un deporte poco practicado en China
Pese a la vasta población del país chino, se calcula que apenas llegan a 10.000 los niños que practican fútbol de forma continuada. No es un deporte introducido en las escuelas, lo que hace que su práctica sea marginal y que un país con 1.300 millones de habitantes no sea capaz de formar selecciones nacionales de cierto nivel. El desarrollo económico y los JJ OO de 2008 no han hecho que aumenten y mejoren las infraestructuras de este deporte como sí ha sucedido en la natación o la gimnasia.No es el deporte más popular del país ni el más seguido, algo que tratan de cambiar con la llegada de estrellas a su liga.