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Cómo hacer que el rescate bancario no cueste tanto

La aparente inevitabilidad de recortes, ajustes y ayudas a la banca, y el carácter impersonal de los entes que imponen estas decisiones crea una realidad distorsionada, fatalista, en la que las cosas van pasando porque pasan, y las decisiones se toman porque tienen que tomarse. Pero no debería ser así.

Hay muchos asuntos en la mesa del Gobierno en esta vuelta de vacaciones, y por encima de todos estáel dichoso rescate y las condiciones. Las que nos impongan y las que nos ofrezcan. Pero otros no menos importantes para una ciudadanía que ya se va cansando de soportar la carga de la crisis. Una cuestión que capta menos espacio en los telediarios es el papel que tengan los acreedores en el rescate de las entidades rescatadas: Bankia, Novagalicia y Catalunya Caixa. Si quien tiene bonos de estas entidades recibe el 100% de su inversión más los intereses correspondientes o si sufre una quita. La quita en la deuda subordinada está prevista en el acuerdo firmado para el rescate bancario. Pero de la deuda sénior no sabemos nada.

¿Qué quiere decir todo esto? El dinero para sanear la banca tiene que salir de algún sitio, y hasta el momento, si una entidad necesitaba 100, se le daban 100 a cargo del contribuyente. Nos hemos acostumbrado tanto a la cantinela de banco con problemas->necesidades de capital->inyección de dinero público que puede llegar a parecer la única solución. Pero no lo es.

Si la entidad necesita 100 de capital, puede hacer otra cosa, además de (o en lugar de) pedirnos dinero a los demás. Canjear deuda en circulación por deuda nueva, con un menor nominal. En palabras llanas, dejar de pagar parte de su deuda. Y utilizar esta diferencia para reforzar su capital. Con lo que sus necesidades se reducen en esta misma cantidad.

¿De cuánto hablaríamos en el caso de la banca española? Según cifras de Bloomberg, la deuda en circulación de las tres grandes entidades rescatadas suma 14.000 millones de euros. Esta cifra (que he redondeado por honestidad; en realidad es aproximativa) sale de los vencimientos de BFA y Bankia, Novagalicia y Catalunya Caixa, excluyendo del cálculo participaciones preferentes, deuda garantizada por el Estado y cédulas hipotecarias. Las cédulas y la deuda garantizada no deberían estar sujetas a quitas, y las preferentes van por otro lado. Sumando todos los apartados, la deuda de las tres entidades superaría los 72.000 millones.

Así pues, si sobre estos 14.000 millones de euros se aplica una quita del 10%, las necesidades de capital de las entidades intervenidas se reducirían en 1.400 millones, por lo que el contribuyente tendría que poner 1.400 millones menos para su rescate. Si se cifran en el 20%, el ahorro para el contribuyente queda en 2.800 millones, y así sucesivamente. De hecho, se puede ser adoptar un perfil más duro y, como hizo Dinamarca con el banco Amargenbanken, valorar los activos de la entidad y pagar en función de dicha valoración, con lo que el coste para el contribuyente se reduce de forma exponencial. En el caso del banco danés, esto implicó una quita superior al 40%. Islandia también ha explorado la vía de las quitas al acreedor como complemento a los ajustes, y el resultado lo bendice la propia misión del FMI en el país.

Ahora, bien, cuando se le ha preguntado al Gobierno por este particular, su respuesta ha sido negativa. Cierto es que si fuesen a imponer pérdidas a la banca, no lo dirían hasta el último minuto, para no castigar a otros bancos. Pero sospecho que no es así; si en este Gobierno (o en el anterior) primase el interés de los ciudadanos por encima del de los banqueros, digo yo que nos habríamos enterado. De momento, ya se barajan nuevos recortes

Hoy Luis Garicano y Jesús Fernández-Villaverde abogan por una quita a la deuda privada en el rescate bancario. Sería un gran principio del fin de la crisis, o un gran final del principio de la crisis. Y es que ahora no hay excusa para no hacerlo. Con el mercado de capitales cerrado, rescatados por Europa, afrontando una fuga de capitales histórica y con la banca sometida al BCE, los efectos secundarios de la quita difícilmente agravarían mucho la situación. Normalmente se rechazan las quitas porque añaden desconfianza sobre el país y sobre el sistema financiero... pero para perder la confianza del mercado, éste tiene que tener alguna. Y no es el caso.

Pero, como he dicho antes, sospecho que no será así, y que salvo imposición externa los españoles pagaremos los platos rotos de la burbuja inmobiliaria también por esta vía. Nuestros hijos tendrán una educación de menos calidad, tendermos peores servicios sanitarios y sociales, nuestros investigadores tendrán menos fondos y nuestros bomberos y policías estarán peor pagados. Por el contrario, los inversores que arriesgaron su dinero en entidades financieras insolventes recibirán el 100% del principal y los intereses.

No es una solución ideal; ninguna decisión es neutra, y para elegir entre males menores está el Gobierno, sea del color que sea. Ahora, si contentar a los acreedores es más importante que la sanidad, la educación, la investigación, etcétera, agradecería que me lo explicasen.

Música contra la crisis. PJ Harvey Down by the Water

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