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Tribuna
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Ante la gran oportunidad eléctrica

El mercado eléctrico constituye uno de los pilares estratégicos esenciales para cualquier país, del mismo modo que constituye un factor fundamental para su desarrollo. Estamos atravesando un periodo de dificultades en todos los sectores que tienden a imponer un clima de pesimismo que no favorece los impulsos que necesitamos. Es cierto que apenas existen indicadores que animen al optimismo, pero estoy convencida de que es ya el momento de empezar a adoptar actitudes más positivas. A ver más la parte medio llena del vaso y a aprovechar el tiempo, las adversidades, para corregir los desajustes que se fueron generando en tiempos pasados en casi todos los mercados. Y el mercado eléctrico no ha sido una excepción. Es evidente que atravesamos una situación de especial dificultad, pero tenemos que aportar perspectiva, visión de medio-largo plazo. Asumir que las prioridades inmediatas deben ser compatibles con la creación de un marco de competencia mejorado, más equitativo y justo y también más estable que el que hemos tenido hasta ahora.

Por eso, debemos afrontar el momento también como una gran oportunidad. La oportunidad de sentar las bases para generar vías de desarrollo para las diferentes tecnologías y empresas, reequilibrando condicionantes, tamaños de cada segmento y particularidades. De establecer unos criterios firmes y claros que favorezcan el desarrollo de una forma equilibrada y coherente, corrigiendo problemas estructurales pero con una perspectiva de más largo plazo. El problema es complejo, y va a exigir de un notable esfuerzo para alcanzar un consenso como el que se produjo, por ejemplo, en la gran reforma de 1998, y que marcó una línea razonable de estabilidad.

Entre las diferentes tecnologías y opciones energéticas, será necesario hacer una evaluación en profundidad asumiendo que cada alternativa tendrá que ser económicamente sostenible por sí misma, y encontrar, desde esa posición, su propio hueco para competir y ser rentable. La historia reciente del mercado eléctrico ha generado agravios, algunas situaciones de indefensión y no pocas inequidades que han contribuido a desequilibrar el sistema. Y no podemos permitirnos aplazar más la búsqueda de soluciones que resuelvan el problema de fondo.

Todos compartimos la necesidad de asumir esfuerzos pero es importante que estos respondan a principios de proporcionalidad y de una justicia que, en términos de mercado y de competencia, permita crear las condiciones necesarias para que cada proyecto empresarial pueda afrontar su futuro y pueda competir en igualdad de condiciones en un mercado como el eléctrico que exige visión y planificación a largo plazo.

Inversiones como las que exige este mercado, requieren también de marcos regulatorios y condiciones estables y con capacidad para ofrecer una perspectiva de retorno de inversión razonablemente atractivas. Y esto exige una visión estratégica y un amplio consenso entre las distintas administraciones para evitar modificaciones en tasas, gravámenes o impuestos que significarían cambiar las normas una vez iniciado el partido. Creo que no podemos permitirnos seguir aplazando el problema, o parte de él, sin aprovechar la oportunidad actual de marcar para todo el sector energético unas condiciones estables y justas sobre las que cada organización, cada tecnología o cada opción, puedan desarrollar planes de medio largo plazo consistentes.

La certidumbre constituye un pilar indispensable para estimular el desarrollo. Y es cierto que las circunstancias que estamos viviendo son absolutamente excepcionales, pero no podemos permitirnos afrontar los problemas solo con la urgencia del momento. Es indispensable corregir el déficit de tarifa y dotar al sistema de la estabilidad necesaria en términos de costes e ingresos. Pero también es de vital importancia definir un modelo energético claro, consistente y con un horizonte que prevea cómo queremos estar dentro de 15 ó 20 años. Cómo queremos ser y qué podemos permitirnos como país. Qué tecnologías podemos asumir y en qué condiciones para mantener el atractivo empresarial que siga estimulando inversiones en el futuro.

Una estrategia global para el sector energético que facilite a todos los agentes y tecnologías definir sus propios planes sobre una base más estable y equitativa y, sobre todo, de mucho más recorrido. Por eso, tenemos que ser positivos, mirar hacia adelante y plantear el momento como una oportunidad para cambiar las cosas. Adoptar las medidas necesarias para resolver el problema de deuda acumulada y del déficit de tarifa, pero abordar también problemas que todavía pueden seguir desequilibrando la configuración del mercado. Poner encima de la mesa otros factores como los pagos por capacidad, el respaldo a tecnologías de generación menos estables como la eólica o la solar. Calibrar la situación asumiendo los niveles de amortización de inversiones y los costes reales de producción. Y valorar las condiciones reales de grandes y pequeños generadores para dar forma a palabras que son clave en todo este asunto: equilibrio, sostenibilidad económica realista y estabilidad a largo plazo.

Loreto Ordóñez. Consejera delegada de GDF Suez Energía España

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