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Tribuna
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Romney elige a Ryan

El candidato republicano a la presidencia de EE UU, Mitt Romney, acaba de anunciar su candidato a Vicepresidente, el congresista por el estado de Wisconsin Paul Ryan. Esta selección ha sido inesperada y esta generando reacciones dispares.

Lo más importante de esta decisión es lo que dice sobre el propio candidato presidencial y sobre su capacidad de tomar decisiones. Sorprende que Romney se ha decidido por el candidato más conservador de los tres finalistas (los otros dos eran el senador por Ohio Rob Portman y el exgobernador de Minesota Tim Pawlenty) que son pragmáticos, centristas y poco carismáticos, como el mismo Romney.

Ryan, sin embargo, tiene un perfil muy diferente. Con tan solo 42 años, es mucho más joven, y es un representante de una nueva generación de cachorros Republicanos mucho más ideologizados, conservadores, y confrontacionales que quieren implementar su agenda sin compromisos y sin dejar prisioneros. ¿Por qué ha elegido Romney a Ryan? Hay varios factores que ayudan a explicar este decisión: En primer lugar el atractivo que Ryan tiene entre los votantes más conservadores del Partido Republicano y en particular entre los que apoyan al Tea Party.

Pese a su giro hacia posturas más conservadoras durante esta campaña, Romney tiene un perfil mucho más pragmático y centrado, que ha generado muchas sospechas (e incluso descontento) entre los votantes Republicanos más conservadores. Al seleccionar a alguien como Ryan que despierta tantas pasiones entre los más conservadores, Romney esta tratando de neutralizar la sospecha de su falta de compromiso con los principios más conservadores, y a la vez esta intentando de movilizar al electorado del Tea Party.

En segundo lugar, Ryan es Católico, un bloque de votantes muy importantes y necesarios para ganar la elección. Y además puede ayudar a Romney con los prejuicios que siguen existiendo contra los mormones.

Además, Ryan es uno de los grandes especialistas del partido en política fiscal y presupuestaria. Sus propuestas presupuestarias basadas en la reducción drástica del gasto público, particularmente en los programas de asistencia social y del estado de bienestar, y en las bajadas de impuestos (el plan llamado "Sendero a la Prosperidad?) se han convertido, pese a ser muy controvertidos, en el referente presupuestario del Partido Republicano. El plan de Ryan va a permitir situar los temas fiscales en el corazón de la campaña, y sus propuestas sobre el papel y el tamaño del gobierno federal va a marcar una línea divisoria clara con las ideas y programas del presidente Obama.

Además Ryan es congresista por el estado de Wisconsin, que es uno de los estados en liza que Romney debería de ganar para poder tener opciones. Romney espera que Ryan le ayude, no solo a movilizar a los votantes del Tea Party, sino también a ganar en Wisconsin. Por último las últimas encuestas parecen mostrar de que Romney no acaba de despegar. Su campaña claramente necesitaba un buen 'shock' que la reactivase y que la permitiese enfocarse en la economía. Se espera que Ryan contribuya en esa dirección.

En definitiva esta es una decisión sin duda atrevida y arriesgada con la que Romney rompe con la estrategia de campaña conservadora que había planteado hasta ahora basada fundamentalmente en no asumir riesgos, en no hacer daño, y en no cometer errores. No me cabe duda de que puede marcar el curso de la campaña, y de que va a permitir a los votantes estadounidenses optar entre opciones más claras del tipo de país que se quiere construir en los próximos años.

Además esta selección puede significar que esta campaña se pueda convertir en la más trascendente desde el punto de vista ideológico desde la elección de Carter y Reagan de 1980. Por vez primera en décadas se van a plantear dos modelos económicos y de gobiernos contrapuestos y nítidos que pueden marcar un antes y un después. Con esta decisión Romney esta tratando de hacer un reset de la campaña. En las próximas semanas veremos si lo consigue. Pese a todo el interés que este nombramiento está generando es importante enfatizar que nunca un candidato a la vicepresidencia ha ganado (o perdido) por si solo una elección presidencial. A largo de la historia ha habido buenos, malos y regulares candidatos, pero su influencia en el resultado final de la elección ha sido siempre muy limitado. La gente vota por el candidato a presidente, no por el vicepresidente.

Sebastián Royo. Catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Suffolk en Boston (EE UU)

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