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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los ajustes y la recesión expansiva

El arsenal de armamento fiscal disparado el miércoles por el presidente del Gobierno en el Pleno del Congreso, y que será concretado mayoritariamente hoy en la reunión del Consejo de Ministros, ha tenido los efectos más insospechados. Ha sido bien valorado por los conocedores de la situación financiera de España como mecanismo de alivio del coste de la deuda pública y, por tanto, como acicate para facilitar la financiación estatal y privada. Pero ha sido, por contra, censurado por la dureza de las medidas, que puede intensificar y prolongar la recesión de la economía, con más desempleo, y poner en cuestión incluso las finalidades iniciales asignadas, cuales eran estabilizar las cuentas públicas.

Además, en términos microeconómicos, infinidad de sectores, tanto de servicios como de manufacturas, han puesto el grito en el cielo por los efectos que sobre sus cuentas de resultados puede tener la caída de la demanda, una variable ya muy castigada. Temen especialmente el efecto contractivo de una subida tan fuerte del IVA, cuando desde que en julio de 2010 el Gobierno de Zapatero subió el impuesto, las ventas del comercio minorista no han cesado de caer y a tasas muy contundentes.

Desde luego que una sociedad acostumbrada como estaba la española a tirar del crédito de forma habitual para atender sus necesidades de inversión, y de forma creciente las del consumo, regresa a actitudes contractivas cuando el crédito desaparece y la renta disponible corriente se reduce, ya sea por caída de salarios, pérdidas de empleo o elevaciones de los impuestos. Ahora concurren las tres cosas, y las tres intensifican su presencia en la coyuntura española. No cabe esperar, por tanto, alegrías en la demanda en los próximos trimestres, y hay que comenzar a retrasar la recuperación unos cuantos meses más de lo manejado antes. Si había luz al final del túnel, resultó ser otro tren que venía de frente.

Pero la cura de caballo a la que Rajoy somete a la economía para adelgazar el déficit y estabilizar la deuda debe funcionar. Será contractiva en el corto y medio plazo, pero debe abrir la espita del crecimiento más sano en el futuro, una vez que todos los agentes económicos, desde los hogares hasta el propio Estado, hayan ajustado los perímetros de su balance y se hayan recompuesto los valores competitivos de los costes, los precios y los márgenes.

Respecto a la reacción de los mercados, hará falta paciencia para ver una bajada fuerte y definitiva de las primas de riesgo. No depende solo de las medidas del Gobierno, aunque sean necesarias. Para estabilizar el mercado de deuda hay que tocar otras teclas, esas que el Consejo Europeo pactó a finales de junio, y que están al alcance del BCE y de otras autoridades comunitarias: compras de deuda y separación estricta del riesgo bancario del soberano.

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